Nutrición 2020
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REGULACION HORMONAL EN EL DESARROLLO MAMARIO
Para canalizar el estudio de este órgano, será indispensable diferenciar la mama inactiva de la activa
del embarazo y la lactancia. Por mama inactiva, interpretamos la glándula desde el nacimiento, pasando
por la fase infantil y la pubertad, hasta su estado adulto pero sin embarazo o sea la mama de una nulípara.
El epitelio glandular se estructura dentro de un conectivo que la divide en 15 a 24 lobulillos, cada uno de
los cuales, tiene su propio conducto excretor, que eventualmente, puede funcionar como una glándula en
miniatura. Dentro del lobulillo el tejido conectivo intralobulillar que separa cada conducto excretor es laxo,
mientras que el conectivo interlobulillar es denso.
Durante el período que dura la infancia, la mama se mantiene en un estado totalmente
rudimentario hasta que, con el inicio de la pubertad, comienza un crecimiento paulatino acompañando los
otros cambios morfológicos que experimenta el cuerpo femenino, como la aparición del vello axilar y
pubiano, la distribución diferencial de las grasas subcutáneas que moldean el cuerpo y en las mamas en sí,
el crecimiento se caracteriza por «el desarrollo de los conductos excretores» dependiendo de los
estrógenos ováricos y de otras hormonas como la somatotrofina, la tiroxina y la insulina.
Después de estos cambios iniciales, con cada nuevo ciclo sexual se producen ligeros cambios en su
morfología, dependiendo de la hormona que rige las distintas fases del mismo.
En un corte histológico de la mama de una nulípara, podremos observar: tejido interlobulillar denso
con abundancia de colágeno y fibras elásticas, que aumentan con la edad y abundancia de tejido adiposo y
túbulos intra y extralobulillares.
Con el embarazo y durante el período que dure la gestación, la mama sufre notables cambios debido
a la acción ejercida por otras hormonas que actúan sobre ella como: la progesterona, los estrógenos del
cuerpo amarillo y de la placenta; el lactógeno placentario humano u hormona mamogénica; la prolactina y
los corticoides suprarrenales. Todas estas hormonas inducen a la proliferación de los adenómeros
alveolares para que comience la elaboración de leche. Este crecimiento alveolar se realiza a expensas de
los demás tejidos estromales presentes. Debido a ello, en un corte de mama en lactancia, podremos
apreciar casi exclusivamente formaciones alveolares con coloide en su interior y algunos que otros
conductos, disminuyendo notablemente los demás elementos del estroma como el tejido conectivo o el
adiposo. Hacia la culminación del embarazo, se produce una brusca disminución de la progesterona que se
había mantenido alta durante casi todo el mismo, desencadenando un importante aumento en la
concentración plasmática de prolactina, ya que la concentración alta de aquella, ejerce un control
inhibitorio sobre la misma y al disminuir su concentración estimula su producción. Para que se produzca
leche, además de la prolactina, es necesaria también la acción de ciertos corticoesteroides suprarrenales,
no así de esteroides ováricos, cuya presencia incluso podría resultar inhibitoria. La eyección de la leche,
requiere la colaboración de la hormona occitocina que a manera de respuesta al estímulo sensorial de la
succión del pezón, estimula a las células mioepiteliales de los alvéolos mamarios para que con su
contracción faciliten la expulsión de la secreción de leche.
Durante los primeros días, posteriores al parto, la secreción mamaria no constituye una verdadera
leche, sino una sustancia acuosa que tiene un contenido excepcionalmente rico en inmunoglobulinas (IgA):
el calostro que por su aspecto y composición química, se parece al plasma.
Luego de dos o tres días, se produce la verdadera leche, manteniéndose su producción mientras se
realice una correcta estimulación de la glándula, mediante la succión del pezón. Si la estimulación se
interrumpe o si se realiza de manera incorrecta, comienza a mermar la función glandular hasta detenerse
por completo. En condiciones naturales, a medida que el infante recurre a otro tipo de alimentación, la
regresión es paulatina, pero cuando el cese de la estimulación es brusco, la glándula continúa unos pocos
días más la secreción de leche, sufriendo distensión de sus adenómeros y conductos para luego detenerse
por la destrucción que experimentan sus distintos epitelios y la posterior autofagia. Al llegar la menopausia
la mama sufre evolución senil, con la regresión gradual del tejido lobulillar. Con el tiempo desaparecen
todos los conductos y alvéolos y en su lugar aparecen tejido conectivo espeso que puede tornarse hialino
y tejido adiposo.