PSICOLOGÍA JURIDICA
Parcial domiciliario
Alumna: Ferro, Carolina
LU: 42477449
Profesor Tit. Regular: Varela, Osvaldo.
Ayudante de Trabajos Prácticos: Asiss, Miguel.
Comisión: 7
Primer Cuatrimestre 2022
Nota 1
La Iglesia decla culpable de abuso
sexual a un sacerdote y ahora
enfrenta una demanda civil
La víctima denunció al cura Héctor Pinamonti ante el
fuero eclesiástico en 2018; los hechos ocurrieron
hace 20 años en Córdoba
4 de abril de 202216:11
Gabriela Origlia
PARA LA NACION
El cura Héctor Pinamonti tiene 90 años
Gentileza La Voz del Interior
La víctima de abuso sexual de un cura que hace un año fue declarado
culpable en el proceso judicial canónico presentará ahora una demanda civil
contra la Iglesia en la que pide un resarcimiento económico por los
daños sufridos. El caso recién trascendió ahora, pero los hechos datan de hace 20
años. La sanción eclesial es del 3 de febrero de 2021 y lleva la firma del obispo de la
Diócesis de la Concepción de Río Cuarto, Córdoba, monseñor Adolfo Uriona.
El cura Héctor Pinamonti tiene ahora 90 años, y la sanción establece
que “por tiempo indeterminado” tiene la “prohibición total de
ejercer el ministerio sagrado en público”al haber sido
encontrado culpable de reiterados abusos sexuales sin acceso carnal
en perjuicio de una niña entre los 8 y los 12 años.
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Jaqueline Cattáneo y Nicolás Buzzacchi son los representantes legales de
la mujer que hizo la denuncia de los abusos ante la Iglesia en 2018. En febrero del
año pasado, recibió la notificación oficial con la firma del obispo Uriona de que en
el proceso penal canónico Pinamonti fue hallado responsable de los abusos
sexuales sin acceso carnal que ella denunció.
La víctima, que prefiere mantener el anonimato, tiene 34 años, está casada y tiene
hijos. En diálogo con LA NACION, Cattáneo contó que Pinamonti fue trasladado
desde General Deheza a San Basilio y la familia de la niña iba a visitarlo. “Lo veían
en la casa parroquial de ese pueblo y allí fueron los abusos”, apunta.
Contra la Iglesia
La mujer nunca le contó nada a su familia: “No podía entender que hubiese pasado,
porque él era una figura querida describe la abogada. Ella pensaba que había
interpretado mal, que no era como ella la recordaba. Hizo y hace terapia”.
La causa penal está prescripta. Por eso el reclamo que se prepara es civil.
Cattáneo explica que como los abusos sucedieron en el ámbito de la iglesia la
demanda irá contra la institución. Ya completaron la etapa de mediación
obligatoria un abogado se presentó por el Obispado en la que no hubo
acuerdo. “Con todo el material probatorio avanzamos en los nuevos pasos”, dice.
Pinamonti está en Sampacho (a 40 kilómetros de Río Cuarto). Otras dos
víctimas se acercaron a los abogados. Una de ellas, que habló con los medios,
plantea que fue abusada con acceso carnal.
En el caso de la mujer que hizo declaraciones, señaló que tenía 11 años y trabajaba
en una casa de familia que tenía buena relación con el cura. Los dueños de la
vivienda se fueron de vacaciones y le dejaron la llave para que cuidara los perros.
Que el cura se presentó en la casa, le preguntó si estaba sola, y que después la tomó
con fuerza, la besó, y finalmente la violó.
“Fuimos a la policía donde hicieron la denuncia —contó la víctima al sitio La
Marea. Después me entero de que nunca estuvo preso, que lo llevaron a Achiras.
Eso es todo lo que hicieron. Mi papá habló también con la señora de la casa y ella le
dijo que Pinamonti era un santo”.
Gabriela Origlia
Nota 2
La Iglesia de Córdoba demo 27 años
en sancionar a un cura que abusó de
una niña
Una cordobesa que hoy tiene 34 años consiguió que la diócesis de Río Cuarto
reconociera los abusos que sufrió en San Basilio entre 1995 y 1999. Al cura le
prohibieron dar misa, pero sigue siendo parte de la institución.
Viernes, 1 de abril de 202200:07 hs
Héctor Orlando Pinamonti (89) nació en
Sampacho, una ciudad de más de 10 mil
habitantes, ubicada a 274 kilómetros al sudoeste de Córdoba capital. Se ordenó
de cura el 2 de septiembre de 1962 en el seminario Jesús Buen Pastor, de Río
Cuarto, cuando tenía 29 años.
A lo largo de su trayectoria sacerdotal, tuvo varios destinos pastorales
en Córdoba. A fines de la década de 1970 estuvo a cargo de una parroquia en
Achiras. Luego fue trasladado por la diócesis a General Deheza y años más tarde
a San Basilio, localidades de los departamentos Río Cuarto y Juárez Celman.
“El cura Pinamonti me violó cuando era chica”: la
historia de otra sobreviviente de los abusos
En 2003, al cumplir 70 años, se jubiló después de cuatro décadas de sacerdocio.
Dejó de tener a cargo una parroquia, pero continuó en sus funciones como
religioso en San Basilio, donde daba misas, confesaba y seguía bautizando.
Según testimonios recolectados por La Voz, estuvo en ese pueblo hasta 2006.
Actualmente vive en Sampacho.
Pinamonti siempre tuvo un perfil alto. Las personas que lo conocen lo describen
“con mucho carisma”. Además de cura, incursionó en la escritura. Publicó libros
con títulos como Amor, placer y sexo o Testigos de Jehová o de Cristo, entre
otros.
Hace pocos días, una sobreviviente de abuso sexual infantil eclesiástico se animó
a contar la historia que la vinculó trágicamente con el sacerdote. “Fui abusada por
Héctor Pinamonti desde mis 8 años hasta los 12. M., una joven mujer de 34 años,
casada y con hijos, que vive en General Deheza y de quien se resguarda su
nombre, por pedido de la entrevistada, sabe que la respalda un documento que
valida lo que le tocó atravesar: la investigación canónica iniciada por la Iglesia
llegó a la conclusión de que los hechos denunciados ocurrieron.
En febrero de 2021, la diócesis de Río Cuarto de la cual depende Pinamonti lo
declaró imputable del delito de abuso sexual por los hechos expuestos por la
sobreviviente entre 1995 y 1999 en la casa parroquial de San Basilio, localidad del
departamento Río Cuarto.
“Quiero comunicarle que ha concluido el proceso penal, y que, el 1º de febrero de
2021, he firmado el decreto por el cual declaro al Pbro. Pinamonti imputable del
delito de abuso sexual contra su persona, siendo menor de edad”, reza un párrafo
de la carta enviada por la diócesis a la denunciante, que lleva la firma del obispo
Adolfo Uriona, y agrega: “El motivo fundamental que me permite llegar a esta
conclusión es que en las actas de la causa puede constatarse que nada hace
dudar de la veracidad de su denuncia. Apoyado entonces en la credibilidad de su
testimonio, he declarado al Pbro. Pinamonti culpable de ese delito”.
En ese contexto, Uriona resolvió aplicarle la pena de “prohibición total de ejercer el
ministerio sagrado en público por tiempo indeterminado”. Eso significa que no
puede dar misa en público, pero sigue ligado a la institución católica.
Notificación que le envió la diócesis de Río Cuarto a la denunciante. (Gentileza)
“Todo lo actuado en este proceso será enviado a la Congregación de la Fe (Italia),
que revisará las actas para garantía de que todo se ha desarrollado de modo
correcto”, cierra el comunicado.
LA DENUNCIA DE M.: DAR PELEA DESDE ADENTRO
M. nació en 1987 en General Deheza. Héctor Pinamonti fue el sacerdote que la
bautizó. Había venido de Achiras. Ocho años más tarde, y ya asignado a la
parroquia de San Basilio, comenzó a abusar de M. cuando la niña y su familia
viajaban a visitarlo.
M. siempre tuvo una vida ligada a la Iglesia y a su actividad parroquial. Hasta llegó
a ser parte del Consejo Diócesano de Jóvenes.
En sus años en Deheza, Pinamonti hizo un trabajo fino con los padres de M. Se
ganó su respeto y su confianza. Por aquellos años, el padre de la denunciante
sufría problemas visuales, por lo que fue sometido a numerosas cirugías. No podía
hacer los trabajos en el campo. Entonces, la mamá de M., además de criarla a ella
y a sus hermanas, salió a hacer las actividades rurales: le daba de comer a los
animales, manejaba el tractor.
“La atención no estaba puesta exclusivamente en nosotras, sino en un montón de
otras cosas”, contó la sobreviviente a La Voz.
Cuando Pinamonti fue asignado a San Basilio, el vínculo entre la familia y el
sacerdote continuó.
“Mis padres iban a visitarlo como si fuera un tío”, describió M., y añadió: “A los 12
años dejé de tener vínculo con el cura. Dije que no quería ir más. Empecé a tener
un cuadro de anorexia. Mis papás me llevaron al médico. Tenía bajo peso y otras
cuestiones de salud propias de una persona que no podía expresar lo que le
pasaba”.
Durante muchos años la chica silenció los abusos. Hasta llegó a pensar que era
su culpa porque “el sacerdote era bueno con todos”. “No podía entender que lo
que a mí no me gustaba tenía que ser malo”, describió.
Recién a los 16 años entendió que lo que “le generaba incomodidad en su niñez y
preadolescencia” no era su culpa, sino que había sido víctima de abuso sexual y
que Pinamonti era un abusador.
En 2004, con 17 años y siendo una estudiante universitaria, pudo abrirse por
primera vez con una amiga y contarle lo que le había sucedido. La vida en
aquellos años no fue fácil. Lejos de quedarse sola, M. trataba siempre de estar
reunida con sus amigos de la Universidad, de estudiar en grupo, para mitigar su
dolor.
“Cada vez que me sentaba frente a un libro, me tenía que hacer cargo de mi
historia. Porque, además del abuso, estaba el dolor que se le añade a eso por el
silencio”, detalló M., y agregó: “Estudiar y recibirme fue una lucha muy grande de
voluntad. Por suerte tuve un grupo muy lindo en la Universidad y pasé mucho
tiempo con ellos”.
EL PRIMER PASO PARA SANAR SU HISTORIA
En agosto de 2017, con 30 años, se animó a dar el primer paso. M. le escribió una
carta al obispo Uriona. Éste le respondió, según M, que “iba a rezar por ella” y
que, si alguna vez necesitaba hablar, él podía escucharla.
Seis meses después, en febrero de 2018, M. citó a Uriona a su casa en General
Deheza. El obispo accedió y viajó desde Río Cuarto. “Estaba fuerte. Ya había
hecho mi proceso y quería ir por más”, contó la joven.
“Cuando llegó a mi casa y lo recibí, le dije que quería denunciar”, expuso M.
Según su testimonio, esa declaración tomó de sorpresa al obispo, quien le sugirió
no hacerla.
“Me dijo que ya habían pasado dos obispos, que lo iba a cargar a él con esa
historia. Incluso que Pinamonti era una persona grande. De cómo iba a hacerle
eso. A mí no se me movió un pelo”, especificó la mujer a este diario.
Lejos de declinar su decisión, días después del encuentro con Uriona le escribió
una carta a la diócesis y detalló los hechos. Luego la citaron a declarar. “Viajé a
Río Cuarto con mi esposo, pero a él no lo dejaron entrar. Una vez que hice mi
exposición, mandaron la causa al Ministerio de la Fe, en Roma, Italia”, precisó.
TRES AÑOS BAJO SECRETO PONTIFICIO
Para que la
diócesis de Río Cuarto iniciara la investigación y mandara la causa a
Roma, M. tuvo que firmar el secreto pontificio, un acuerdo de confidencialidad que,
de acuerdo con la ley canónica de la Iglesia Católica, se aplica en asuntos que
requieren una reserva y discreción mayor que la ordinaria.
“Cuando la actriz Thelma Fardin denunció a Darthés por abuso –noviembre de
2018, yo estaba bajo secreto pontificio. Era una bomba. Veía que una sociedad
se alzaba para repudiar esos delitos y yo no podía decir nada”, recordó la
sobreviviente, y prosiguió: “Estaba dando una batalla sola y desde adentro. El
silenciamiento era tan poderoso que me quedé muda una semana. Me salieron
ampollas en la garganta por no poder hablar”.
Mientras esperaba la resolución, M. recusó al obispo Uriona. Mandó una carta a
Roma en la que explicaba que no quería que él fuera parte en el juicio canónico
porque “estaba disconforme con su accionar”.
Su petición fue rechazada. Tres meses después le respondieron que Uriona sí iba
a estar en el proceso canónico. “Tenía mi vida en pausa. Había nacido mi tercer
hijo y no podía con lo básico. Sólo conocían mi historia mi esposo, una de mis
hermanas y mi amiga de la Universidad”, especificó.
Después de la recusación, M. relató que Uriona se “desvinculó en el trato con
ella”. “Empecé a hablar con otro intermediario de la Iglesia”, dijo.
Con la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, las cosas se dilataron.
Finalmente, en febrero de 2021 el obispo Uriona le informó a M. que había
finalizado el proceso canónico. “Peleé con un gigante y salí victoriosa. Esto ha
levantado mi autoestima. Tengo una sentencia que dice que Pinamonti es un
abusador. Me libera de todos los fantasmas que tuve durante los últimos 27 años
de mi vida”, reflexionó la joven.
ESTOCADA FINAL
Luego de conocer la sentencia canónica, M. le escribió el 25 de febrero de 2021
una carta a Uriona donde le requería que emita un comunicado de prensa a las
parroquias que dependen de la Diócesis de Río Cuarto con el objetivo de que la
comunidad sepa que Héctor Pinamonti había sido declarado culpable por abusar
de una niña menor de edad.
Carta que envió la denunciante al Obispado para que comunicaran a las parroquias la
resolución de la investigación canónica y la determinación a Pinamonti. (Gentileza)
El comunicado nunca se envió. El 2 de junio de ese mismo año Uriona le
respondió a M.: “Hemos dado todos los pasos debidos a nivel canónico y,
siguiendo al papa Francisco, la hemos acompañado a usted y a su familia a los
fines que reciban atención médica, psicológica y de medicación necesaria”,
expone un pasaje de la misiva. En esta, el obispo instó a canalizar por la Justicia
ordinaria los reclamos económicos.
En relación a ese punto, M. contactó con la abogada Jacqueline Cattaneo y el
abogado Nicolás Buzzacchi, de Río Cuarto, para evaluar los pasos a seguir en
relación a una demanda civil.
“A mí la psicóloga y el psiquiatra nunca me dieron el alta. ¿Cómo pide perdón la
Iglesia? ¿Demuestran que es culpable y se van? ¿Qué tanto le importan las
víctimas a la Iglesia?”, dijo M. tras la sentencia que declaró culpable a Pinamonti.
Un año después de la resolución, en 2022, y ante el hermetismo de la Diócesis, M.
rompió el silencio y contó su historia, lo que obligó al obispo Uriona a hacer unas
breves declaraciones públicas a medios de Río Cuarto y región. “Tenemos la
tranquilidad de conciencia de que hemos obrado como el Papa nos pedía”,
sostuvo.
La Voz intentó comunicarse con él. Desde la oficina de prensa de la diócesis
agradecieron la inquietud, pero expusieron que por el momento “no se harán
nuevas declaraciones”
Desarrollo
Introducción
La noticia elegida para abordar los ejes temáticos propuestos por la catedra
plantea una cuestión inquietante para la sociedad y los individuos, se trata del
caso de Héctor Pinamonti, un cura que abuso de una menor hace 20 años, el
hecho ocurrió en Córdoba, el cura fue denunciado en 2018, y el 4 de abril de 2022
la victima, una mujer de 34 años actualmente, denuncia a la iglesia por daños y
perjuicios. Se presentan dos notas periodísticas, en la primera se refleja la
denuncia que se realiza el 4 de abril de 2022 mediante el fuero civil a la institución,
y la segunda, se basa en el relato de la victima denominada M., seleccionada con
el fin de dar cuenta del daño psíquico que genero un hecho de hace 20 años.
El abuso sexual infantil es un acontecimiento que sin duda trae repercusiones al
sujeto, no solo a corto plazo sino que las secuelas del mismo podrían estar
presentes luego de muchos años del hecho vivido, afectando de esta manera
distintas esferas en el individuo: la psicológica, la conductual, la fisiológica y la
social. A su vez, teniendo en cuenta que el abuso proviene de un miembro de una
institución que de alguna forma u otra es encargado de ejercer un control social,
por lo cual, este caso debe ser abordado por la psicología jurídica. Para comenzar,
cabe hacerse la pregunta ¿Qué rol desempeña un psicólogo en el ámbito legal, y
por lo tanto, en este caso? Según la Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología,
N° 23.277, el psicólogo puede desempeñarse en la presentación de
certificaciones, consultas, asesoramiento, estudios, consejos, informes,
dictámenes y peritajes, entre otras tareas. Uno de sus ámbitos de inserción es el
forense o tribunalicio, en el cual el psicólogo realiza evaluaciones e informes
psicodiagnósticos que se proponen asistir al juez en su tarea de decisión
A lo largo de este trabajo se abordaran los conceptos de alarma social, y el
ámbito tribunalicio haciendo hincapié en el fuero civil y daño psíquico.
Desarrollo
La responsabilidad institucional de la iglesia
Si bien la temática del abuso sexual infantil esta presente desde la antigüedad,
hoy en día se brinda un lugar de escucha y acompañamiento a las victimas que se
encuentran en situación de vulnerabilidad, no es casual que las denuncias por
abusos en la actualidad aumenten y tengan un gran impacto. En la nota
presentada la victima relata que el hecho de abuso fue a los 12 años, y recién a
los 16 años entendió que no era su culpa, sino que había sido victima de un abuso
sexual, aun así, recién se animo a denunciarlo en 2018, con 30 años. Teniendo en
cuenta este punto, propongo pensar el concepto de alarma social (Puhl, S. (2020))
con la nota presentada y los casos de abuso sexual cometidos por miembros de la
Iglesia católica, ya que genera un fuerte quebrantamiento de la norma y una
desestabilización del orden. La iglesia es una institución poderosa comúnmente
conocida por imponer reglas y un tipo de control, disfrazada de la idea de
salvación, de un mundo mejor y haciéndonos creer que el destino no esta en
nuestras manos. La victima demoro 20 años en hacer la denuncia por el fuero
penal, cuenta que el hecho a que se anime a actuar frente a este delito fue en
2018, con un caso notable en el país, el de Thelma Fardin, y aquí vio como la
sociedad de alzaba para repudiar este tipo de delitos. La sociedad en conjunto
genera una demanda al Estado para que actúe frente a la movida social que se
genera a partir de un hecho. Se podría pensar que la victima siente que hay un
peligro del cual necesita protegerse, a raíz de esto desea que se emita un
comunicado de prensa a las parroquias con el objetivo de movilizar a la sociedad.
En relación al papel activo que tiene la sociedad con respecto a los delitos, la
victima pide que se comunique el hecho, pero el pedido no fue aceptado por la
institución, solamente brindan un supuesto acompañamiento a la victima y a su
familia, para que reciban atención medica, psicológica y la medicación necesaria,
y en esta respuesta que brinda la iglesia, se puede inferir que esta reflejado lo que
se denomina perspectiva o enfoque de genero (de la Iglesia, M. y Puhl, S. (2022)
haciendo alusión a la asimetría que hay en las relaciones, la situación de
vulnerabilidad y de desventaja social en el que la victima se posiciona. Hay
distintos factores que influyen para estar en una situación frágil como esta, en esta
nota se podría pensar que es el hecho de ser mujer, y menor de edad, lo que
conlleva una ausencia de las habilidades físicas, y de herramientas psicológicas
para afrontar una situación de acoso ante un sujeto que pertenece a un grupo que
ejerce poder como lo es la iglesia.
Efecto de un hecho traumático
La nota presentada es muy reciente y aun no se han definido las pericias
psicológicas. Sin embargo, con la información que se obtiene en el relato de la
victima, se podría inferir que este proceso va a ser requerido.
Una vez que fue probada la existencia de un abuso infantil y la justicia haya
actuado frente al hecho, se pretende un resarcimiento reparatorio por el hecho
vivido, la cual podría, o no, producir un daño psíquico. En este caso, la causa
penal está prescripta, por eso salimos de dicho ámbito, preparando el campo para
demanda, la cual es civil con el motivo de daños y perjuicios, al fin de obtener una
reparación del daño económicamente y buscar una retribución justa. El derecho
civil es el plexo normativo que rige en determinado tiempo y lugar.
La parte demandante inicia el proceso, presentando pruebas que sostienen los
hechos como verídicos y reclamando su derecho. La pericia psicológica es el
análisis de la persona, el juez lo convoca ya que tiene una necesidad jurídica de
comprender una situación especifica, el perito psicólogo es un experto en la
cuestión, y esta fue una problemática a lo largo de los años ya que se consideraba
que el medico podría definir el nivel de incapacidad psíquica. Según el articulo 457
del Código Procesal Civil y Comercial se solicita un perito "cuando la apreciación
de los hechos controvertidos requiriere conocimientos especiales sobre alguna
ciencia, arte, industria, actividad o técnica especializada"
El rol como peritos es validar si los daños expuestos por la persona que demanda,
en este caso la victima del abuso, son verídicos y a su vez brindar una
recomendación, sin embargo, el juez es el que tiene la palabra final. (Varela, O.,
Puhl, S., Izcurdia M. (2017)). El perito psicólogo, como primer medida acepta el
cargo y fija una fecha de entrevista, se realizan entrevistas clínicas, distintas
pruebas proyectivas y psicométricas dependiendo el estado, el relato de la victima
y los puntos de pericia. Posicionándose en la información que brinda la nota
anexada, se podrían utilizar distintas técnicas como La Escala de Suceso de Vida,
Escala de Autoestima de Rosenberg, la Escala de Trauma de Davidson, el HTP,
entre otros, para determinar el porcentaje de daño psíquico y de incapacidad.
Continuando con la nota, M. relata incapacidades, dificultades y conflictos en su
vida individual, académica, social y familiar la cual ella lo relaciona con hecho que
vivió de menor y que para M. tiene origen traumático, entonces, se podría inferir
un nexo causal entre la situación traumática y la consecuencia psíquica ( Puhl, S.,
Izcurdia, M., Oteyza, G. (2018)). Si bien, con una nota periodística no se podría
definir si realmente hay daño psíquico o estamos frente a una simulación, este
punto se debería descartar a la hora de iniciar el proceso, sin embargo, basándose
en la nota se podría inferir que hay daño psíquico por varias razones.
En primer lugar, M. luego del hecho delictivo comienza a tener un cuadro de
anorexia, y cuestiones de salud propias de una persona que no podía expresar lo
que le pasaba, así lo relata la victima, aquí vemos como se alteran los patrones
de la alimentación, y estamos frente a una respuesta fisiológica. Trataba siempre
de estar acompañada, entonces, se modifica su manera de relacionarse y aparece
un sentimiento de miedo, de temor intenso al quedarse sola. La victima estaba en
la universidad, y cuenta, que cada vez que se sentaba frente a un libro, le
generaba mucho dolor, porque sentía una presión por hacerse cargo de su historia
y abandonar el silencio que llevo por tantos años, aquí vemos un deterioro en
cuanto a su estudio. Cuando ocurrió el caso Thelma Fardin, que tuvo gran impacto
en ella ya que podemos pensar que sintió una identificación hacia la victima, su
silencio era tan poderoso que le salieron “ampollas en la garganta” y quedo muda
por una semana. Podemos notar el peso que tiene el silencio del hecho hasta
somatizar en la zona de la garganta, ya que habla de una liberación al contar la
vivencia traumática. Sentía que tenia “su vida en pausa”, había nacido su tercer
hijo y no podía con eso, se podría deducir un deterioro de la actividad de distintos
ámbitos en su vida, mas en lo familiar y lo afectivo.
Con todos estos indicadores se podría pensar un nivel de daño psíquico, ya que a
consecuencia del abuso sexual, presenta una rotura en su vida cotidiana, su forma
de relacionarse, y su capacidad de goce. En este caso, se podría deducir que
quedaron secuelas del acontecimiento, ya que lo sucedido fue hace 20 años, y se
nota luego del hecho una dependencia emocional, y una afectación en las esferas
intimas, por ejemplo, M. nombra una baja autoestima a lo largo de su vida.
Al finalizar, el perito psicólogo presenta un informe, respondiendo a cada uno de
los puntos de pericias y con copias para las partes. Se debe presentar los datos
del examinado, los test utilizados, una reseña de los hechos, el estado psíquico,
una sintomatología, una conclusión y por lo general recomendaciones
terapéuticas.
Conclusiones
Para concluir, propongo preguntarse lo tradicional de una situación como la
presentada: ¿qué pasa cuando aquel que se supone que debe protegernos y
reproducir un orden social atenta contra nuestra seguridad? No solo hablo de los
curas, sino cualquier sujeto que se encuentren en una posición de poder, ya sea
un policía, o sin ir al extremo, un padre de familia. Es un proceso muy duro el que
tiene que pasar la victima, y no solo por el hecho de la vivencia, que es traumática,
sino por el proceso de asimilación, aceptación y estabilización que viene luego. Es
tan penoso, que algunas victimas lo callan, y a medida que se generen
condiciones para que las victimas hablen, se seguirán conociendo nuevos casos.
La intervención psicológica en este ámbito es imprescindible, y constituye un
elemento de gran valor que orienta la toma de decisión del juez. Mas allá de mi
postura como futura psicóloga y mujer, comprendo la dificultad que hay en los
casos de abuso sexual a menores de edad, se pide descubrir una verdad, y es
difícil actuar desde un lado objetivo, no solo se trata de los abusos sexuales, sino
también hay una presión ambiental. Las conductas que quizás para un niño no
eran problemáticas, los adultos se la hacen vivir como negativas y conflictivas, por
lo que hay que valorar las posibles consecuencias y orientar al juez sobre alguna
medida terapéutica si viene al caso
Para finalizar, y luego de pasar por múltiples noticias para la elección del trabajo,
me gustaría plantear la necesidad de realizar un esfuerzo en los casos de abuso,
desde el punto de vista medico, legal y psicológico, para que la evaluación sea
coordinada, y trabajar de forma correcta ya que estamos frente a un menor de
edad. En la mayoría de los casos, se consulta al psicólogo como ultima opción y
casi delegando la decisión en su informe. El psicólogo debería formar parte desde
el primer momento, ya que la salud tanto física como mental es un derecho.
Bibliografía
Ley del Ejercicio Profesional de la Psicología, N° 23.277.

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