Problemática Filosófica, Facultad de Psicología, UNR María Belén del Greco
EL BANQUETE DE PLATÓN
Pasaje de la escalera de Diotima y el Paradigma de la Línea de Platón
Por María Belén del Greco
Ayudante alumna de la asignatura Problemática Filosófica
Como bien sabemos, de Sócrates sólo conocemos lo dicho por aquellos que se proclaman
sus discípulos, principalmente Platón, quien volvió a Sócrates un personaje principal en sus
diálogos, donde, llevando a cabo un trabajo de interrogación propio, hacía que la discusión de
un encuentro determinado realice un camino dialéctico (ascendente), cuyo fin casi nunca es
alcanzado. En estos diálogos, platón nos presenta un Sócrates cuya principal preocupación es
hallar una única definición para conceptos universales, tales como la justicia, la felicidad, o
en el caso del Banquete, del amor. Aquí podemos dilucidar como los conceptos platónicos se
entreveran con el pensamiento de Sócrates, ya que este último propone que el saber se
encuentra en el interior de cada uno, y es solo a través de su interrogar y de la mano de la
mayéutica, que somos capaces de acercarnos cada vez más al conocimiento verdadero. Y
digo acercar pero no alcanzar ya que, como bien distinguimos, Platón en su teoría de los dos
mundos (sensible e inteligible) explica como el alma es capaz de acceder al mundo
Inteligible, de las ideas, y por lo tanto puede conocerlas, sin embargo, cuando el alma hace su
camino de retorno al mundo sensible para unirse al cuerpo, ha de atravesar el río Leteo, el
cual hace que se olvide de las ideas conocidas en el mundo inteligible. Sin embargo, debido a
que las cosas del mundo sensible son copias de las ideas eternas e infinitas, el alma es capaz
de reconocerlas en un acto de reminiscencia. Por lo tanto, en conocimiento es recordar, pero
siempre un recordar parcial, debido a que la cárcel del cuerpo nos impide acceder
completamente a las Ideas.
En el diálogo del Banquete podemos ver cómo se lleva a cabo, a través de las
intervenciones de cada participante, este camino dialéctico propio de los diálogos socráticos.
En dicho evento, el tema de discusión propuesto fue Eros o el amor. Cada uno de los
participantes debía realizar un encomio a dicha deidad, así es como, siguiendo un camino
ascendente, van explicando la naturaleza de Eros. Comenzando por Fedro, quien dice que
Eros es 1 (el Dios más antiguo); Pausanias, Eros es doble (Pandemo y Celeste); luego se
adelanta Erixímaco al turno de Aristófanes debido a que éste tenía hipo, sin embargo
debemos tener en cuenta que originalmente era el turno de este último, quien propone que
Eros son 3 (el amor heterosexual entre una mujer y un hombre, el amor homosexual entre dos
mujeres y el amor homosexual entre dos hombres) para después ubicar lo propuesto por
Erixímaco, Eros es múltiple (la armonía de los opuestos); Agatón, casi al finalizar, propone
que en efecto Eros es el Dios más joven y más bello, el más poderoso, delicado y sabio.
Es para este último momento que Sócrates rompe el silencio y se muestra con su típica
“ironía socrática” donde se hace pasar por ignorante para luego llevar a cabo una serie de
interrogaciones al último interlocutor, es decir Agatón, y así llevarlo a que se contradiga a sí
mismo y se revele que en realidad todo lo que se ha dicho respecto de Eros no era correcto.
Problemática Filosófica, Facultad de Psicología, UNR María Belén del Greco
En este caso, Sócrates le hace reconocer a Agatón que amar es desear aquello que no se tiene,
y por lo tanto, si Eros ama lo bello y lo sabio, entonces él no es ni bello ni sabio. Es aquí
donde Sócrates revela a los demás participantes del banquete, que él alguna vez fue igual a
Agatón, también creyó lo mismo que él, pero fue Diotima, una sacerdotisa de Mantinea, la
que le demostró que estaba equivocado. En este momento del diálogo, pasamos de estar
presentes en el Banquete, al momento en el que Sócrates y Diotima están tratando la
naturaleza de Eros.
Aquello que no es bello, no necesariamente es feo, así como lo que no es sabio, tampoco
es necesariamente ignorante. Entre sabiduría e ignorancia hay un punto medio: la recta
opinión que se sitúa entre el conocimiento (verdad) y la ignorancia (mera opinión), un saber
cierto pero no demostrable. Diotima coloca así a Eros en una posición intermedia entre los
hombres y los dioses, Eros –nos dice−, es un Daimon y un intermediario entre dos opuestos.
Esta condición de Eros es explicada gráficamente por la sacerdotisa de Mantinea, mediante el
mito de su nacimiento, producto de la unión de Penia y el dios Poro, que personifican
respectivamente la indigencia y el recurso. La doble naturaleza de Eros queda justificada de
este modo por su origen. El que ama, en un sentido amplio de la palabra, está así condenado a
conseguir siempre lo que desea por la naturaleza de su padre, pero también a perderlo
irremediablemente, por la naturaleza de su madre. Entonces, ¿qué es el amor? El amor es el
deseo de poseer siempre el bien, deseo que alcanza su plena consumación con la
inmortalidad. Entre nosotros mortales, la permanencia eterna de lo bello es solo posible
mediante la procreación, tanto en el cuerpo como en el alma, y es principalmente esta última,
la más importante. Procrear según el alma es producir bellas ideas, conocimientos
verdaderos, que garantizan así su permanencia en el tiempo y que pueden alcanzarse, en el
terreno de la filosofía, en el vínculo amoroso entre el maestro y su alumno. Ahora la
pregunta que surge es, ¿cómo alcanzar lo bello en sí, el supremo Bien?
En el llamado “pasaje de la escalera” Diotima, le revela a Sócrates − y Platón a nosotros−,
el camino ascendente que debe llevar a cabo todo aquél que desee alcanzar lo bello en sí. En
el primer escalón se encuentra el amor a un solo cuerpo bello. En el segundo escalón, amor a
todos los cuerpos bellos. En el tercer escalón, el amor a la belleza del alma más que la del
cuerpo, de la conducta y de las leyes. Y por último, en el cuarto escalón ha de amar el
conocimiento, la ciencia y ha de contemplar el amar de lo bello.
Ahora bien, es posible realizar una comparación de esta escalera, con el famoso
Paradigma de la línea de Platón, donde ubica los dos mundos, Sensible y luego Inteligible, y
los elementos que forman parte de ellos, de manera ascendente, junto con las diferentes
formas de conocer cada uno de los mismos. Comenzando desde abajo con la ignorancia y el
no ser, asciende hasta el primer peldaño del Mundo Sensible, a las imágenes, copia de la
copia, que conocemos por la imaginación, por ejemplo una sombra. En el segundo peldaño
del Mundo Sensible, se encuentran las cosas sensibles, copia de las ideas, que conocemos por
la creencia en nuestros sentidos, como por ejemplo el cuerpo o una mesa. Aquí concluye el
conocimiento de la doxa (opinión) y salta a través del tercer peldaño, al Mundo Inteligible, a
través de las Ideas matemáticas, las cuales funcionan como un puente de transición de lo
sensible a lo inteligible, debido a que se conoce por el entendimiento, ayudado aún por
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imágenes sensibles, como por ejemplo la figura geométrica de un cuadrado que se ve
representada con un tablero de ajedrez. Por último, en el cuarto peldaño, se encuentran las
ideas inteligibles, aquellas que Platón denomina el ser último, conocidas por la inteligencia,
por ejemplo la idea de belleza. El Mundo Inteligible se halla en el terreno de la Episteme
(conocimiento verdadero). Y por encima de todo, así como el Sol ilumina la tierra, se
encuentra la Idea de Bien, suprema, la que permite la existencia de todo lo que se encuentra
por debajo.
¿Qué relación podemos encontrar entre este Paradigma y la escalera de Diotima?
Evidentemente, en ambas sucede un camino ascendente, en el que primero se inicia desde el
peldaño o escalón más bajo, referente a la ignorancia, subiendo por el mundo sensible de las
cosas hasta llegar, finalmente, al mundo inteligible. Es la aspiración de todo filósofo, alcanzar
la Idea de Bien y la verdad absoluta, pero jamás lo logra, se trata de un horizonte
inalcanzable, pero que motiva al filósofo a querer alcanzarlo cada vez más.
Imagen ilustrativa del Paradigma de la Línea
Ilustración que muestra
la correspondencia entre
el paradigma de la línea
y la alegoría de la
caverna.
Problemática Filosófica, Facultad de Psicología, UNR María Belén del Greco
BIBLIOGRAFÍA
Gor, Virginia. “El interrogar socrático: diálogo y dialéctica” Itinerarios en Filosofía, Laborde,
Rosario, 2014.
Hadot, Pierre. “¿Qué es la filosofía antigua?” FCE, México, 1998.
Platón “El Banquete” en Diálogos vol. III, Gredos, Madrid, 1986.
Platón “La República”, E. Calpe, Madrid, 1996
Reflexión sobre el Banquete_ la escalera de Diotima_1 (1).pdf
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