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INDICE
Dedicatorias
Prólogo
PRIMERA PARTE
EL DR. RYKE GEERD HAMER: HISTORIA DE UN PIONERO
LAS 5 LEYES FUNDAMENTALES o LA MEDICINA PATAS
ARRIBA
-
Primera ley: La ley de hierro del cáncer «El trauma es el detonante»
-
Segunda ley: Las dos fases de la enfermedad «Nada existe sin su
contrario»
-
Tercera ley: El sistema ontogenético de los tumores y de las
enfermedades equivalentes
«Más allá de la complejidad, todo es
simpl
- Cuarta ley: El sistema ontogenético de los microbios «Trabajadores
especializados a las órdenes del cerebro»
-
Quinta ley: «La ley de la quintaesencia»
SEGUNDA PARTE
EL CUERPO Y LOS CONFLICTOS
La piel
El tejido adiposo, los músculos, los tendones y los huesos
El sistema cardiovascular
El sistema linfático
El aparato respiratorio
Los órganos de la reproducción
El aparato digestivo
El aparato urinario
El sistema glandular
TERCERAPARTE
ALGUNAS PATOLOGÍAS MUY EXTENDIDAS
El conflicto latrogénico (diagnóstico y metástasis)
El sida
Las enfermedades paralizantes
Las alergias: el conflicto de la memoria
Las caries
Las patologías del humor. y de la mente
La depresión
DEDICADO A LAS MADRES EN ESTADO DE BUENA ESPERANZA
ANTE TODO, NO CAUSAR DAÑO
Apéndice
Glosario
Bibliografla
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DEDICATORIAS
A mí madre Madeleine.
Jean Séramin
Este libro es el resultado de una experiencia vivida; han sido muchos los que me han animado y ayudado.
Quisiera dedicarles a ellos estas páginas en prueba de mi más profundo agradecimiento. A John, mi maestro-amigo; a Christian,
Regís, Annik y Jean Pierre, Jacques, Hive, Hervé y Marie Christine, mis amigos-maestros; a Gérard, Emanuela y Oscar, Tauk y
Franfois, Moníque y Robert, mis compañeros de viaje; a Edivíge, Roberto, Marceffa y Giara, mifamilia, y a Liliana, linterna
mágica. Gracias de todo corazón también a todos aquellos que me han ayudado sin yo saberlo.
Giorgio Mambretti.
Al doctor Hamer, a C. F, del E y al doctor C S., gracias de todo corazón por habernos transmitido en sus seminarios el alimento
de años de estudios y de investigación, sin los cuales no habría sido posible escribir este libro, con el deseo de que pueda ser de
ayuda a quien lo lea para encontrar su camino. Unas gracias especiales al doctor Carlos Amerío por su inestimable colaboración.
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PROLOGO
Cuando era niño sabía ser generoso;
he olvidado esta gracia desde que me he vuelto civilizado.
Vivía de modo natural
mientras que hoy día mí vida es artificial.
Cada hermosa piedra tenía un valor a mis ojos,
cada árbol que crecía era objeto de mí respeto.
Ahora me inclino con el hombre blanco delante
a un paisaje pintado cuyo valor es calculado en dólares
(Ohiyesa, Escritor Amerindio Contemporáneo)
Hace algunos años mientras el doctor Hamer paseaba por las cercanías de la frontera austriaca, vio un
pequeño castillo: le hubiera gustado trabajar allí. Decidió ir a ver al alcalde con el propósito de informarse,
pero encontró a la mujer de este.
- Soy el doctor Hamer -le dijo, dándole la mano.
La señora mostró una sonrisa radiante:
- Encantada de conocerle, doctor: ¡usted ha salvado mi vida! Hamer nunca la había visto ni había
oído hablar de ella. - Hace dos años -continuó- me diagnosticaron leucemia y los médicos dijeron que no
podían hacer nada por mí.
Un vecino del pueblo me trajo uno de sus libros. Lo leí de un tirón y comprendí que la leucemia es
simplemente una fase de la curación. Dejé de tomar medicamentos y me puse a buscar en mi interior los
conflictos que me habían hecho enfermar y, una vez resueltos, he puesto el mayor cuidado en no volver a
caer en la misma trampa. Como ve, gracias a usted disfruto ahora de una excelente salud.
Hemos reflexionado largamente sobre cómo plantear este libro y sobre el público al que debía ir
dirigido, y decidimos hacer todo lo posible para que fuera sencillo, comprensible para todo el mundo a fin de
que muchos lectores puedan encontrar la clave para salir del oscuro túnel en el que se debaten, volviendo a
hallar la luz y la alegría de vivir.
El doctor Hamer dice que la Nueva Medicina podría ser enseñada en la universidad en tan sólo dos
días. En efecto, sus leyes fundamentales son tan simples y evidentes que es lícito preguntarse mo es que
nunca nadie ha pensado antes en ellas.
Tal vez la respuesta sea inherente al concepto mismo de «evolución»: para que un nuevo
descubrimiento salga a la luz conviene que los tiempos estén maduros, que la humanidad, o parte de ella,
tenga un cierto grado de madurez, que esté dispuesta a hacer un buen uso de la misma: ¡un hombre de las
cavernas no hubiera sabido qué hacer con un automóvil!
Todo sigue un plan que nos supera y que no somos capaces siquiera de imaginar. Por tanto, no nos
queda más que aceptarlo y decir con la mayor de las humildades: «¡Gracias, doctor Hamer!».
En el presente libro tratamos, pues, de las «leyes» de la Nueva Medicina, de los conflictos relativos a
los principales órganos y de algunas de las patologías más extendidas.
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PRIMERA PARTE
EL DOCTOR RYKE GEER HAMER: HISTORIA DE UN PIONERO
Cuando haces algo
tienes en contra a todos aquellos que hacen lo mismo,
tienes en contra a todos aquellos que hacen lo contrario
y tienes en contra a todos aquellos que no hacen nada.
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Hace muchos, muchos años, los habitantes de las llanuras que se levantaban al amanecer para ir a trabajar a
los campos, miraban el cielo, suponiendo que no hubiera niebla, veían ascender y desplazarse paulatinamente
por el este una magnífica bola de fuego. Delante de ellos ningún obstáculo, salvo algún que otro árbol más
allá del cual la pista se perdía en el infinito. A medida que pasaban las horas el Sol describía su órbita, y el
ocaso señalaba la hora del regreso, la jornada había acabado. Tras la cena un rápido vistazo para ver qué
tiempo haría al día siguiente: la Luna, los miles de millones de estrellas, cambiaban con el paso de los días.
Todo daba vueltas en torno a esta gente en la llana extensión infinita. Luego, un hombre lleno de
interrogantes y convencido de poder dar con las respuestas, ingeniándoselas con unos trozos de cristal
consiguió reunirlos en un largo tubo de madera y dirigirlo hacia la bóveda celeste: su nombre era Galileo
Galilei, y desde entonces nada fue ya igual que antes.
Dijo que la Tierra no era llana sino redonda, que el Sol no se movía y la Tierra daba vueltas a su alrededor.
Fue tal el escándalo que desencadenó entre los sabios contemporáneos que para evitar la muerte se vio
obligado a renegar de todo... ¡Extraño destino de muchos innovadores!
Hamer puede comparársele con todo derecho en el campo de la medicina; pese a los muchos atentados
sufridos, como buen alemán que es, ha continuado y continúa por su camino sin desfallecer, sabedor de que
la comprensión de sus descubrimientos no es más que una simple cuestión de tiempo.
R.G. Hamer nació en 1935, en Renania; su padre fue un pastor protestante y su madre de origen florentino,
excelente mezcla de perseverancia y obstinación teutónicas y de fantasía y corazón italianos. Se doctoró en
Teología, Física y Medicina, especializándose posteriormente en psiquiatría, neurología y medicina interna,
con una tesis sobre los tumores cerebrales. Tras quince años de prácticas, se casó con una estudiante de
Medicina con la que tuvo cuatro hijos. Lo que más le apasionó en este período de su vida fue la investigación
sobre los orígenes de la psicosis, impresionado como estaba por la dramática situación de los internos en los
hospitales psiquiátricos. Pero los acontecimientos que la vida le tiene reservados hicieron que se viera
obligado a interrumpir sus estudios, a los que había de volver diez años más tarde, pero con un bagaje más
rico por la nueva comprensión de las enfermedades derivada de sus investigaciones sobre el cáncer.
El 18 de agosto de 1978 su hijo Dirk, de diecinueve años, fue herido por un disparo de fusil mientras
dormía en una barca andada en el puerto de la isla de Cavallo, muy cerca de Córcega.
Después de ciento once días de agonía, Dirk muere entre los brazos de su padre: es un trauma terrible. En
las semanas siguientes, a Hamer se le diagnostica un cáncer de testículos, pero, dada su formación médica, no
se atreve a atribuir la enfermedad al trauma sufrido, y recibe sin paños calientes el brutal diagnóstico del
oncólogo: «¡Hamer, tiene usted un cáncer: tiene una posibilidad entre cinco de salir de ésta!»
Aunque enfermo, Hamer sigue trabajando en un hospital de Múnich, en la sección de ginecología, donde
hay ingresados doscientos pacientes enfermos de cáncer. Día a día, Hamer les va interrogando con delicadeza
y descubre que, al igual que él, todos ellos han sufrido algún grave trauma emocional en los meses previos a
la aparición del tumor. Despedido por haberse atrevido a hablar de su descubrimiento en la televisión bavara,
Hamer se lleva un dossier de doscientas anamnesis y prosigue sus investigaciones en otra clínica de Colonia
donde hay ingresados enfermos de cáncer de pulmón. En ésta comprueba que el cáncer de pulmón no es
causado por el tabaco, ya que la mitad de los enfermos no son fumadores, y se da cuenta de que existe la
misma relación de causa/efecto entre el trauma emocional y el desencadenante de las enfermedades ya
observadas en Munich, sólo que el trauma no es del mismo tipo que el observado en ginecología.
En el otoño de 1981 Hamer presenta en la Facultad de Medicina de Tubinga, donde realizara sus estudios y
se doctorara, una tesis sobre sus investigaciones aportando doscientos expedientes clínicos y la descripción
detallada de setenta casos, refrendados por los médicos responsables de las distintas secciones que habían
verificado sus tesis.
Su ex profesor le dijo bromeando: «Hamer, es demasiado bonito para ser cierto, pero si nunca lo es, no es
posible que hayas sido el que lo haya descubierto. Bromas aparte, tenemos que verificarlo de inmediato,
aquí precisamente en mi sección». Pero la Facultad rechazó sin ninguna justificación la verificación y en
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mayo de 1982 todos los expedientes habían desaparecido: según los ciento cincuenta médicos de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Tubinga, los descubrimientos del doctor Hamer no eran reproducibles, y
por tanto no podrían considerarse científicos.
A partir de este momento se inicia el calvario de Hamer que culminaría en 1986 con su expulsión del
cuerpo médico con la alegación de que: «Se niega a rechazar la ley de hierro
(1)
y a convertirse a la medicina
clásica»; sentencia que fue ratificada por el Tribunal federal, por «sospecha de demencia». Habrá de esperar
al 19 de diciembre de 1989 para ver finalmente reconocidos sus descubrimientos en un protocolo firmado por
el profesor J. Birmayer, doctor en Química y Medicina, titular de la cátedra universitaria de Cancerología de
la Universidad de Viena. Sin embargo, ello no será suficiente para detener el boicoteo sistemático por parte
del mundo de la medicina oficial ni para reintegrarlo al cuerpo médico, a pesar de sus continuas solicitudes
de rehabilitación. Es evidente que el doctor Hamer resulta demasiado incómodo, que son demasiados los
intereses en juego, económicos, ideológicos y de poder. En 1997 se llegará al punto de encarcelarlo con la
excusa de haber hecho unas sugerencias a un enfermo pese a la prohibición de ejercer la medicina.
Casi un año de cárcel de la que Hamer salió con la moral robustecida, hasta el punto de que los dias 8 y 9 de
septiembre la Universidad de Trnava, en Eslovaquia, confirma oficialmente la exitosa verificación de la
Nueva Medicina.
Para más información: http://wwwpilhar.com y http://www.multimania.com/biologie
___________
Nota (1): Hamer había llamado a la ley de causa/efecto descubierta por él “ley de hierro del cáncer”.
Tras haber aplicado sobre sí mismo sus propios descubrimientos,
Hamer goza hoy en día de una excelente salud.
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LA VERDADERA INNOVACIÓN
La medicina alternativa o no traumática se limita con frecuencia a recurrir a soluciones terapéuticas sobre las
mismas bases que la medicina moderna: la enfermedad es algo feo, malo, insensato, un peligro. Y la única
solución consiste en eliminarla, ya sea de modo suave y violento.
En cambio, los descubrimientos de Hamer abren un mundo totalmente contrario: la enfermedad es la
respuesta apropiada del cerebro a un trauma externo, y forma parte de un programa de supervivencia de la
especie.
Una vez resuelto el trauma, el cerebro invierte el orden y el individuo pasa a la fase de reparación.
Descubrir el sentido de las enfermedades es lo más apasionante y fructífero que pueda imaginarse... No se
trata de creer en Papá Noel, sino de descorrer un velo sobre cómo funciona el ser humano.
Los descubrimientos de Hamer se configuran en cinco leyes fundamentales, que examinaremos a
continuación; para descubrir estas leyes él se basó:
- En su experiencia directa de enfermo de cáncer;
- En la observación de más de veinte mil casos de patologías distintas (desde la verruga al SIDA,
desde la psicosis a la leucemia, pasando por la esclerosis en placas y la diabetes) buscando cada vez el
denominador común, el trauma causal;
- En el estudio de la evolución de la primera célula destinada a convertirse en un individuo complejo.
Para que una hipótesis se convierta en una ley científica debe ser siempre reproducible, ya que de lo contrario
no pasa de hipótesis: el agua hierve siempre a cien grados en presencia de la misma presión atmosférica.
La cinco leyes de la Nueva Medicina, aparte de por el doctor Hamer, han sido verificadas por otros
médicos y terapeutas de media Europa, en millares de pacientes, y siempre se han revelado exactas y
reproducibles, y por tanto científicas.
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LAS CINCO LEYES FUNDAMENTALES o LA MEDICINA PATAS ARRIBA
Desde hace miles de años,
la humanidad ha experimentado que en definitiva todas las enfermedades tienen un origen psíquico,
lo cual es ya una verdad científica sólidamente establecida en el patrimonio del saber universal;
tan sólo la medicina moderna hace de nosotros, seres animados,
un montón de fórmulas químicas.
DOCTOR RYKE GEERD HAMER
Las cinco leyes nacieron con el nacimiento mismo de la vida y quedaron grabadas en el código genético de
todo organismo: la planta, el animal, el hombre se comportan según las mismas leyes biológicas.
PRIMERA LEY: LA LEY DE HIERRO DELNCER. « EL TRAUMA ES EL DETONANTE »
Toda enfermedad es causada por un trauma emocional que nos coge desprevenidos, a contrapié, un trauma
que vivimos en soledad y que no sabemos cómo resolver. La intensidad del trauma, la «connotación» de la
emoción sentida cuando se ha producido, determinan el área del cerebro afectada, el órgano físico
correspondiente y la gravedad de la enfermedad.
Con el fin de preservar la especie, el hombre ha desarrollado con el paso del tiempo programas biológicos
de supervivencia que están grabados en su cerebro, en sus células.
Tomemos, por ejemplo, a un campesino que está vendimiando al sol: su piel se enrojece, pero una vez
vuelto a casa, durante la noche, su cerebro da la orden de poner en circulación la melanina: comienza así el
bronceado para proteger la piel que no correrá ya el peligro de quemarse por los rayos solares: se trata de un
proceso biológico, programado, automático.
Para los animales vale el mismo tipo de programación: sobrevivir y preservar la especie.
MADRE LEONA. La leona pare sus cachorros y durante el tiempo de amamantamiento deja de estar en celo; es madre,
y no la hembra del león. Pero el rey del bosque no está nada contento con la situación, ya que su única función biológica
es aparearse de nuevo con la leona para la preservación de la especie; el león es una especie de receptáculo de
espermatozoides y tiene ciento cincuenta relaciones sexuales por semana. A menudo trata de dar muerte a sus crías, y de
conseguirlo la leona vivirá inmediatamente un conflicto de autodesvalorización por no haber sido capaz de protegerlas,
por no haber sido una buena madre, que desencadenará una necrosis en sus ovarios. Pero con el paso del tiempo superará
el problema y comenzará reparando la necrosis con quistes ováricos cuya función no es otra que producir s estrógenos
para una vuelta del calor que hará posible un nuevo apareamiento. Es una programación biológica que proviene de la
filogénesis, la historia de la evolución.
Para marcar su territorio e identificar su propiedad, los animales orinan a lo largo del perímetro de la misma
y defecan en medio de ella, tapando a continuación sus propios excrementos. Pues el hombre actúa del
mismo modo, pero, dado que se dice civilizado, ha inventado el retrete para hacer sus necesidades siempre en
el mismo sitio. Sin embargo, la función biológica de orinar y de defecar sigue siendo la misma: tanto es así
que la mayor parte de la gente que se va de vacaciones está con frecuencia estreñida los primeros días porque
se ha alejado de su propio territorio; basta con regresar y todo vuelve a ser como antes (admitiendo que la
casa sea, efectivamente, tomada como «el propio territorio»).
Recordamos a un señor que se levantaba tres o cuatro veces por la noche para ir a orinar; preocupado por la
situación fue a ver al médico para someterse a todos los exámenes que hiciera falta; los análisis y las
revisiones no revelaron nada fuera de lo normal. Su problema había comenzado poco tiempo después de la
llegada al piso de arriba de una familia numerosa y bullanguera que tenía la costumbre de dar, todas las
noches, cenas y fiestas que se prolongaban hasta entrada la noche. ¿Cómo vivía la situación nuestro amigo?
Para él era como si todas las noches, en cierto sentido, los vecinos del piso de arriba invadieran su territorio,
y su cerebro, alertado por esta emoción, daba la orden de levantarse para ir a orinar, a «marcar» el territorio a
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fin de protegerlo de la sonora invasión de los vecinos: un proceso biológico, pero si nuestro amigo no hubiera
vivido conflictivamente la llegada de nuevos vecinos nada de esto habría sucedido.
Este ejemplo introduce un concepto muy importante: la existencia de una tríada indisociable de mente-
cerebro-cuerpo, tres unidades que funcionan siempre conjuntamente. En tanto la medicina se obstine en
ocuparse únicamente de la célula olvidando que el hombre es un compuesto de emociones (cada uno vive los
acontecimientos de la vida de modo muy personal), cerebro (nuestra central de mando para la supervivencia
y la preservación de la especie) y cuerpo (el único campo de acción a disposición del cerebro), no podrá
llegar nunca a comprender el significado de la enfermedad ni sus leyes de funcionamiento.
¿Cómo funcionan estas cuatro unidades?
Supongamos que alguien da un bonito paseo por las montañas, juega una partida de tenis, nada una
hora en la piscina, o hace ejercicios físicos en el gimnasio; a su vuelta a casa nuestro deportista habrá gastado
el azúcar de los músculos, pero su mente lo sabe e informa de ello al cerebro que a su vez da órdenes a las
piernas de que vayan a la cocina, a las manos de que preparen un bocadillo, al estómago de que lo digieran,
al intestino de que lo asimile para volver a proporcionar azúcar a los músculos. ¿No es acaso lo que hacen
todos los días los niños? Juegan y comen.
Tratad ahora de cerrar los ojos y de imaginar que tenéis entre las manos medio limón, con su brillante
pulpa, el aroma, la cáscara fresca entre los dedos, y pensad en hincarle el diente, sentir el jugo ácido en
vuestra lengua, descendiendo lentamente por la garganta: ¿cuál es vuestra reacción? Aumenta la segregación
de saliva: el cerebro está dando las órdenes al cuerpo para preparar al estómago a recibir el limón y a
comenzar la digestión, por más que, en realidad, ninguna gota de jugo ha penetrado aún.
Así pues: el cerebro no está en condiciones de distinguir entre lo real y lo simbólico, entre la realidad y la
imaginación.
EL BOCADO EN EL ESTÓMAGO
Una manada de lobos está cazando en el monte; aunque la comida escasea, de repente uno de los lobos encuentra la pata
de un conejo salvaje muerto desde hace varios días: para que no se la arrebaten los otros lobos se la traga a toda prisa, pero
como la pata es demasiado gruesa se le queda en el estómago. El lobo se halla en peligro de muerte, ya que mientras la
pata sigue en el estómago pierde todo apetito. Se trata de una situación de emergencia que no sabe cómo resolver.
Inmediatamente se pone en acción el cerebro y le ordena al cuerpo que lleve a cabo una proliferación celular en el
estómago justo allí donde se encuentra el hueso de la pata: ¡se trata de un tumor! Pero todo tiene un sentido y lo que se
diría una enfermedad inexorable se revela en cambio como la solución perfecta del cerebro para la supervivencia del lobo.
Se ha demostrado, efectivamente, en el laboratorio que las células tumorales del estómago segregan una cantidad de ácido
clorhídrico que tiene un poder digestivo de tres a diez veces superior al de las células normales. Ael hueso puede ser
digerido más rápidamente y el lobo podrá sobrevivir. Una vez cesadas las alarmas, desaparecido el peligro, el cerebro da
la orden al cuerpo de eliminar el tumor (a continuación veremos por medio de qué mecanismos), y el lobo podrá
nuevamente reunirse con la manada y volver a cazar.
El señor Mario B., de cincuenta años, ha dedicado toda su vida laboral a una pequeña empresa de muebles de
oricina. Una buena mañana, al llegar al trabajo, el propietario le llama y le anuncia sin demasiados
preámbulos su despido. Mario B. se queda sin respiración, incapaz de la menor reacción, sin poder explicarse
la razón del mismo. Luego descubrirá que su puesto ha sido ocupado por el hijo del amo. Es una mala pasada
que nunca se hubiera esperado y lo expresa diciendo: «¡No puedo digerir que me despidan así
Inmediatamente la mente informa al cerebro que transmite la orden a las células del estómago que dan
comienzo a una proliferación celular, un tumor, para digerir el bocado indigesto que ha estado a punto de
causar la muerte del señor Mario.
Estamos programados para sobrevivir y preservar la especie. El cerebro no establece diferencia entre lo real
(la pata de conejo que se ha quedado en el estómago del lobo) y el imaginario (el despido de Mario, vivido
como un bocado que se le ha atragantado). La enfermedad es, pues, la solución perfecta del cerebro en
términos biológicos de supervivencia.
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Mario puede resolver el problema eliminando el trauma emocional, o, de forma más «práctica»,
buscándose sencillamente otro trabajo.
Si Mario no está en condiciones de eliminar el trauma ni de encontrar otro trabajo, el cerebro entrará en
acción sobre el único campo que tiene a su disposición, es decir, el estómago, antes de que Mario consuma
todas sus energías en el intento de... «digerir» el amargo bocado. Intervendrá con el único medio que puede
resolver a toda prisa el problema: ¡un tumor! ¡El tumor en el estómago será entonces, paradójicamente, la
solución biológica para salvar la vida del señor Mario B.!
Pero Mario habría podido vivir el trauma emocional de su despido de modo distinto (cada uno de nosotros
tiene su historia, su educación, su pasado):
* «Estoy rabioso por la injusticia que he sufrido», patología de las vías biliares;
* «Esto no me lo trago», patología del esófago;
* «Es una mala pasada, no puedo dejarla pasar», patología del intestino delgado;
* «Me ha hecho una guarrada», patología del colon;
* «Tengo miedo de no tener ya mi propio espacio», patología de los bronquios;
* «Se me viene todo encima», patología renal.
* «No valgo ya para nada», patología ósea.
Cada vez que un individuo, en el curso de su existencia, se ve afectado por un trauma emocional que tiene las
siguientes características:
- Es vivido de manera dramática (con todos los matices propios del caso, por lo que una gran emoción
tendrá consecuencias más visibles que una pequeña contrariedad: de la bronquitis al cáncer de
pulmón, según la intensidad del drama vivido);
- Nos coge desprevenidos, cuando menos se espera;
- La emoción se impone a la razón;
- Es vivido en soledad, rumiando continuamente el problema (aunque todos saben lo que nos ha
sucedido, nadie sabe lo que hemos sentido);
- No se encuentra una solución satisfactoria.
Entonces, y sólo entonces, entra en acción el cerebro poniendo en marcha un programa biológico especial
para la supervivencia del individuo.
La intensidad del trauma emocional no tardará en determinar la gravedad de la enfermedad, mientras que e
tipo de emoción sentida al comprobarse el trauma determinará la localización de la patología en el cuerpo.
La enfermedad es, pues, un desequilibrio simultáneo a nivel psíquico, cerebral y orgánico debido a un
trauma emocional.
Sin conflicto no hay enfermedad: darse cuenta de ello es el primer paso hacia la curación.
EL TURBOCOMPRESOR SALVAVIDAS. Estáis recorriendo en coche una carretera de campo; el viaje transcurre
tranquilamente y vais disfrutando de la naturaleza que os rodea, a cada curva un nuevo paisaje, iluminado por un cálido
sol primaveral. En la lejanía entrevéis la forma de un gran trailer que avanza lentamente y no tardaréis mucho en estar
detrás de él. Queréis adelantarlo, pero las curvas se suceden una tras otra, y os veis obligados a avanzar a veinte por hora;
aunque no tenéis prisa, comenzáis a impacientaros, estáis cansados de respirar todo lo que sale de su tubo de escape. Tras
la enésima curva, he aquí una breve recta, el camino está despejado, y por fin ponéis la directa y comenzáis a adelantarlo;
pero de pronto llega otro en dirección contraria; vuestra frente se perla de sudor, la tensión aumenta, no os da tiempo de
frenar. Es cuestión de segundos, algo automático: cambiáis de marcha a una inferior y apretáis el acelerador a fondo, el
turbocompresor de vuestro coche se inserta con un silbido apenas perceptible y acelerando fuerte termináis el
adelantamiento; por los pelos, pero ha salido bien. Os pasáis una mano por la frente, unos cien metros más y el estrés
desaparece. Todo ha sido olvidado, y os ponéis a pensar en el restaurante que os espera en el próximo pueblo...
¡¡¡EL CÁNCER ES EL «TURBOCOMPRESOR» QUE EL CEREBRO INSERTA PARA SALVARNOS LA VIDA!!!
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En el origen de todas las enfermedades (anginas, bronquitis, cáncer, depresión, epilepsia, infarto, leucemia,
esclerosis en placas, etcétera) hay, en la vida del paciente, un acontecimiento particular vivido como un
trauma: separación afectiva, ofensa, despido, guantazo, la muerte de un familiar, un diagnóstico médico
fatal... Un evento vivido de modo dramático, inesperado y conflictivo, en soledad y sin posibilidad de una
solución satisfactoria.
Lo decisivo es el modo en que este hecho es vivido por cada uno.
- Dramático: Se aleja de las preocupaciones cotidianas por su intensidad y gravedad.
- Inesperado: Se nos cae encima de repente, brutalmente.
- Conflictivo: Hay un conflicto de intereses entre las emociones y la razón.
- Vivido en el aislamiento: Aunque todos saben que me ha pasado algo, nadie sabe lo que he sentido.
- Sin solución satisfactoria: No siempre es suficiente con hablar del tema.
- Sólo cuando el suceso no sea vivido como un trauma emocional,
el problema podrá darse por biológicamente resuelto.
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EL SIMPATICO E INQUIETO SEÑOR ROSSI. Luigi Rossi es propietario de una pequeña fábrica de zapatos, tiene
quince empleados, todos ellos excelentes artesanos, de los que ya no hay, mujer y cuatro hijos, a los que nunca ha
faltado de nada. Los tiempos son duros, la competencia cada vez más feroz, los clientes pagan con retraso, hay que estar
continuamente en busca de nuevos mercados, en resumidas cuentas, que no puede estar nunca tranquilo.
Cada mañana, cuando se levanta, su sistema nervioso, el simpático, entra en acción a fin de que todas sus
energías sean movilizadas para hacer frente a los problemas de la jornada del mejor modo posible; el señor Rossi tiene
demasiadas responsabilidades sobre sus espaldas. Con el paso de las horas, su organismo y su mente, están siempre en
estado de estrés; la sangre afluye rápidamente al cerebro, pues ha de estar atento a tomar la decisión adecuada en el
momento justo; su corazón entra en hiperactividad, necesita sangre que mandar al cerebro; los pulmones incrementan el
trabajo para oxigenar el cerebro y tienen por tanto también necesidad de sangre; y dado que el señor Rossi visita de
continuo a nuevos dientes, también sus músculos deben ser irrigados de forma conveniente. Pero su sangre no puede
estar al mismo tiempo en todo el cuerpo: desde el momento que no tiene tiempo de comer, tampoco necesita sangre en el
estómago y, al no realizar ninguna actividad manual, no existe tampoco necesidad de sangre en las manos; durante toda
la jornada tendrá las manos fas, señal de su estrés. Por fin llega la noche: el señor Rossi cierra la empresa, sube al
coche y se dirige a su casa; pero tampoco entonces puede relajarse, pues la circulación es caótica a esa hora y basta el
menor despiste para sufrir un accidente. Sólo cuando esté en casa podrá decirse que la jornada ha terminado para él, y el
señor Rossi se tumbará en el sofá. Un cansancio infinito le invade y el sistema parasimpático o vago entra en acción para
reparar los daños de una dura jornada de trabajo. El cansancio es el mecanismo biológico del cerebro para garantizar al
señor Rossi que estará nuevamente en forma al día siguiente y podrá volver a iniciar otra jornada laboral. Sin esta fase
de reparación, en pocos días el señor Rossi caería exhausto en su sillón de la oficina.
¡LA ÚNICA FUNCIÓN DEL CANSANCIO ES GARANTIZAR NUESTRA SUPERVIVENCIA!
SEGUNDA LEY:
LAS DOS FASES DE LA ENFERMEDAD «NADA EXISTE SIN SU CONTRARIO»
No existe día sin noche: todo funciona de modo binario.
Las actividades humanas están regidas por el sistema neurovegetativo, el sistema nervioso, que está
compuesto esencialmente por el sistema ortosimpático o simpático y por el sistema parasimpático o vago,
cuyo nombre deriva del décimo nervio craneal, el más potente del sistema.
- Todas las enfermedades tienen dos fases. ... habitualmente de análoga duración…
A) La primera fase es la del estrés y se denomina simpaticotonía porque
entra en acción el sistema simpático. Va del trauma a la resolución del
problema.
B) La segunda fase va de la solución del problema a la vuelta a la
normalidad, y se denomina vagotonía porque entra en acción el sistema
parasimpático (vago).
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La medicina oficial ha identificado cerca de un millar de enfermedades, subdividiéndolas en enfermedades
«frías» y enfermedades «calientes». En las enfermedades «frías» el paciente tiene la piel fría, las
extremidades frías, un continuo estado de estrés, pierde peso y no duerme de noche o, en cualquier caso,
tiene alteraciones del sueño: dentro de este grupo encontramos patologías tales como el cáncer, la angina de
pecho, las neurodermatitis, las psicopatologías, etc. En el grupo de las enfermedades «calientes» encontramos
todas las infecciones, los reumatismos, las alergias, los exantemas, etc.
Pero todo esto es inexacto: ninguna de estas enfermedades «frías» o «calientes» es de por una
enfermedad, sino más bien una de sus dos fases. Así pues, no son ya mil, sino quinientas: y cada una de ellas
presenta una fase «fría» (llamada fase de simpaticotonía) y una fase caliente o de reparación (llamada fase de
vagotonía). Es siempre la «fase fría» la primera en presentarse, seguida de la «fase caliente» de reparación
una vez superado el trauma. La superación del trauma es la clave para pasar a la fase de reparación.
Fase de simpaticotonía o el conflicto activo
Al producirse un trauma que nos coge desprevenidos, que vivimos en soledad, que continuamos rumiando y
que no sabemos cómo resolver, los tres niveles del ser humano (mente, cerebro y cuerpo) entran al mismo
tiempo en una fase de reacción para poder sobrevivir:
- A NIVEL PSÍQUICO: el paciente sigue rumiando su problema, está permanentemente estresado, pierde el
hambre, adelgaza, tiene problemas a la hora de dormir y con frecuencia se despierta durante la noche: es la
fase de adaptación frente al acontecimiento inesperado. En este continuo estado de alarma todas sus energías
se ven movilizadas con el sólo fin de superar el trauma. Como para decir que no es el cáncer el que hace
adelgazar, sino el continuo estado de estrés.
- A NIVEL CEREBRAL: se produce una especie de cortocircuito que Hamer denomina «foco», y que adopta
la forma de pequeños anillos concéntricos en cierta zona del cerebro que preside el funcionamiento de un
órgano determinado. Las neuronas y las células glialas del área en cuestión mueren. Mientras que las
neuronas no podrán ya reformarse (pero tenemos tantas que el problema resulta irrelevante), las células
glialas, especie de reserva nutritiva de neuronas, podrán hacerlo. Sometiendo a un paciente a una TAC
cerebral sin líquido de contraste, los focos de Hamer claramente visibles para un ojo experto, permiten
determinar si estamos ante una fase de conflicto activo o bien ante una de reparación, así como «leer» la
historia del paciente a través de sus «cortocircuitos». Sobre la base de más de veinte mil casos examinados el
doctor Hamer llegó a determinar una especie de «mapa» del cerebro, estableciendo la correspondencia entre
el tipo de trauma de origen, el área afectada a nivel cerebral y el órgano físico regido por dicha área.
- A NIVEL FÍSICO: el cerebro lo puede dar cuatro órdenes: crear una masa, abrir agujeros (llamados
«lisis»), bloquear, desbloquear. En la tercera ley veremos su modo de funcionamiento.
Fase de vagotonia, o sea la recuperación y la reparación
La intensidad de esta fase es por lo general proporcional a la primera y comienza siempre y únicamente en el
momento de la solución del conflicto. Esta segunda fase está a su vez dividida en dos partes de la llamada
crisis epileptoide, cuya función veremos a continuación. Antes de la crisis se produce la reparación del
cerebro que concluye con la realización de la crisis epileptoide; seguidamente le toca al cuerpo proseguir en
su reparación (iniciada a partir de la resolución del conflicto) hasta el completo retorno de la homeóstasis (el
estado de equilibrio). En la fase de vagotonía sucede lo siguiente:
- A NIVEL PSÍQUICO: es el momento en que podemos comenzar a «recobrar el aliento». El estrés
desaparece y el paciente se siente invadido por una gran sensación de quietud y serenidad. El conflicto ha
sido resuelto. Se recupera el apetito, el cuerpo y las extremidades vuelven a recibir calor como consecuencia
11
de una vasodilatación periférica y el sueño, pese a algunas dificultades a la hora de dormirse, vuelve al cabo
de las tres de la madrugada, al aproximarse el amanecer.
- A NIVEL CEREBRAL: en el área en que se ha producido el «cortocircuito» comienza a formarse un edema
de reparación formado de sustancias nutritivas que tienen por finalidad revitalizar las células glialas, y los
círculos concéntricos anteriormente visibles comienzan a desaparecer: es el inicio de la fase de reparación. Si
en este momento se realiza una TAC cerebral con líquido de contraste se corre el peligro de diagnosticar
erróneamente un tumor cerebral, ya que el producto de contraste vuelve opaco el edema de reparación;
muchas intervenciones quirúrgicas, que alteran entre otras cosas el ritmo vibratorio fundamental del cerebro,
podrían evitarse con sólo que se conociera este «pequeño detalle». Una vez concluida la reparación, el edema
cerebral no tiene ya razón de seguir existiendo ni creciendo; ello perjudicaría al cerebro que por su propia
naturaleza no puede dilatarse más allá de los límites de la caja craneal. Pero la Madre Naturaleza es perfecta
y ha «inventado» la crisis epileptoide (en ella pueden producirse temblores, sudores fríos, estrés,
evacuaciones urinarias), una especie de momentáneo retorno a la fase de simpaticotonía, que tiene por
función certificar si el conflicto ha sido superado realmente; en caso afirmativo el edema será evacuado
mediante una fase de diuresis, en caso negativo el conflicto oscilante, nunca superado, se manifestará con
fases alternas de recaídas y resoluciones que tendrán como consecuencia la formación de un quiste cerebral
en el lugar del edema.
- A NIVEL FÍSICO: ya antes de la crisis epileptoide la enfermedad deja de avanzar y el cerebro se repara,
pero el cuerpo no acaba de recuperar su plena funcionalidad hasta después de esta crisis. En la fase de
vagotonía el paciente entra en un estado de inflamación: todas sus energías tienden ahora hacia la reparación
cerebral y física; puede tener estados febriles, dolores difusos o localizados y un gran cansancio, como si
estuviera chafado. También en esto demuestra la naturaleza ser extremadamente eficiente: pues, en efecto, si
no existieran tales síntomas, el paciente se dedicaría a su actividad diaria desviando en parte o totalmente sus
energías del objetivo principal del momento, o sea, reparar los daños. Todos los estados inflamatorios son
reparaciones, incluidas las enfermedades infecciosas contra las que luchamos con todos los medios a nuestro
alcance con la esperanza de matar los microbios. No obstante, la realidad es exactamente lo contrario:
estamos en presencia de una fase de reparación.
De todas formas, hay que tener presente que en algunos casos la fase de reparación puede ser incluso más
peligrosa que la fase de enfermedad y que la crisis epileptoide presenta riesgos que conviene no ignorar para
poder ayudar al paciente con todos los medios posibles, incluso alopáticos, a dar término a esta segunda fase
(veremos un ejemplo de ello a continuación referido al infarto de miocardio).
«No deja de ser cuando menos extraño que en la era de la informática a nadie se le haya ocurrido que el cerebro,
la central operativa de nuestro organismo, puede ser responsable de todas las enfermedades.»
DOCTOR HAMER
TERCERA LEY: EL SISTEMA ONTOGENÉTICO DE LOS TUMORES Y DE LAS ENFERMEDADES
EQUIVALENTES «MÁS ALLÁ DE LA COMPLEJIDAD TODO ES SIMPLE»
Si el universo estuviera regido por tantas y complejas leyes, existiría un gran caos; a fin de que todo funcione
armónicamente, basta con unas pocas. Lo difícil es alcanzar la simplicidad.
Hamer la denomina la tercera ley: «Sistema ontogenético de los tumores y de las enfermedades
equivalentes». «Ontogenético» se refiere a la vida embrionaria del individuo, y se habla de «enfermedades
equivalentes» porque no sólo los tumores, sino todas las enfermedades, se comportan según el enunciado de
las cinco leyes.
Para lograr comprender los mecanismos que están en la base de las patologías es preciso en este punto
bucear en el pasado y poner a trabajar un poco la intuición, pues la razón de todos los comportamientos
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biológicos se remonta a la noche de los tiempos y comienza con la aparición de la primera célula en nuestro
planeta.
Realizaremos, pues, una rápida incursión en la filogénesis (historia del desarrollo de las especies en el
curso de la evolución) trazando un paralelismo con la ontogénesis (historia del desarrollo del individuo desde
la fecundación del huevo hasta la edad adulta), pasando por la embriogénesis (historia del desarrollo del feto
en los dos primeros meses de vida intrauterina): tarea bastante ardua en unas pocas líneas. La finalidad de
esta obra, por otra parte, es hacer comprender las líneas generales dejando los detalles a los más exhaustivos
tratados que se incluyen en la bibliografía, que cada uno podrá consultar para profundizar el tema.
Hemos dicho ya que el hombre no habría podido sobrevivir hasta el día de hoy de no haber integrado en su
cerebro programas biológicos de supervivencia encaminados a las superación de todo tipo de obstáculos que
a lo largo de los milenios se han presentado en el camino de su evolución; una especie de moderno
videojuego en el que el príncipe, para salvar a su amada, debe hacer frente a trampas mortales; un error le
cuesta la vida y el juego vuelve a iniciarse desde cero.
Pero una vez superado el obstáculo, la solución es transmitida a las generaciones futuras: en los dos
primeros meses de vida intrauterina el feto encarna toda esta memoria desde el comienzo de la vida hasta
nuestros días.
Primera etapa de la evolución
Al amanecer de un bonito día, hace millones de años, surge la vida en nuestro planeta en forma de una célula;
es un pequeño organismo muy simple que, para preservar la especie, debe respirar, comer, eliminar y
reproducirse. Con el paso de los siglos nuestra célula, para poder sobrevivir en un ambiente hostil, se asocia a
otras células y se convierte en un organismo pluricelular adaptándose así a las situaciones contingentes. Si,
por ejemplo, vive en un lugar donde el oxígeno escasea, entra en una fase de estrés y encuentra la solución
del problema multiplicando las células especializadas en la respiración. Creará una especie de tumor, una
proliferación celular.
Así pues, en este estadio de la vida, la supervivencia está asegurada por un aumento de las células allí
donde sea necesario y la orden de proliferación es dada por una estructura cerebral arcaica que se convertirá
en el tronco encefálico.
«La mente acompaña la evolución orgánica desde los primeros estadios y durante todo el curso del
desarrollo del reino animal. Nace con la materia y se transforma con ella hasta convertirse en pensamiento y
conciencia» (Guy Lazorthes)
(2)
. Errist Haecke1 escribía en 1877: «En los seres unicelulares que viven
aislados, encontramos las mismas manifestaciones de vida psíquica, sensaciones, percepciones, voluntad,
movimiento, propias de los animales superiores constituidos por un gran número de células».
___________
Nota (2): Le cerveau et l'esprit, Flammarion, París.
Teilhard de Chardin dirá en 1948: «El desarrollo de la conciencia culmina en el hombre, que representa el
momento más elevado de la evolución, pero, por lo menos en el estado naciente, hemos de reconocer la
presencia de una mente en el átomo».
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Lo que ocurre en el vientre materno en cierto modo recorre todos los estadios de la evolución, tan es así que,
en el curso de su desarrollo, el embrión parecerá según la fase una ameba, un renacuajo, etc.
A partir del noveno día de formación, aparecen el endodermo, el mesodermo y el ectodermo, de los que se
desarrollarán los órganos llamados arcaicos, esenciales en el primer estadio de vida: los de la respiración, de
la digestión, de la excreción y de la reproducción.
Ya en este estadio muy precoz existe algo que se convertirá en el cerebro y del que partirán los nervios
craneales que están localizados enteramente en el tronco encefálico. En este primer estadio toma forma el
epitelio glandular que volveremos a encontrar, por ejemplo, en el tubo digestivo con la función de producir
ácido clorhídrico para la digestión de los alimentos. De esta estructura histológica, en caso de patología,
tomarán forma el adenocarcinoma, los nódulos o el teratoma. ¿Qué ha heredado el hombre moderno de la
primera etapa de la evolución de la vida en la Tierra? ¿Cuáles son los acontecimientos conflictivos que
pueden afectarle y qué ha de ver con esta memoria ancestral? Son conflictos que se refieren al... ¡bocado! Un
bocado de comida, una bocanada de aire, un bocado que hay que expulsar (nutrirse, respirar, eliminar).
El concepto de «bocado» puede entenderse en sentido propio («no tengo nada que comer»), o bien en
sentido figurado: «Ah, ya estamos, esta vez me cortan el suministro» (por ejemplo, en caso de despido,
divorcio, estudiantes mandados fuera de casa por los padres); puede tener un significado más simbólico aún,
que varía según la personalidad de cada cual: una herencia que se me escapa de las manos, un préstamo
bancario que no le ha sido concedido a uno, etc. Se tratará, en cualquier caso, de no poder atrapar el bocado,
no poder tragarlo, no poder digerirlo y, por último, no poder expulsarlo. El pez arrojado por una ola a la
playa no tiene otra solución biológica de supervivencia que conservar cuanta más agua posible en el cuerpo,
en espera de la próxima ola que lo arrastre hasta el mar; también el hombre está compuesto de un setenta por
ciento de agua, y cuando todo se le viene encima, el cerebro recurre simbólicamente, por asociación con la
memoria ancestral, al viejo programa: retiene los líquidos. Por lo que se refiere a la función reproductora, los
conflictos afectan a os órganos de derivación endodérmica (el endometrio y parte de la próstata).
Segunda etapa de la evolución
En esta segunda etapa asistimos al paso de los organismos vivos del ambiente acuático al terrestre. Una vez
resuelto el problema de la supervivencia, el organismo pluricelular debe continuar perfeccionándose para
protegerse del mundo que lo rodea: allí donde sufra la agresión, por ejemplo, de los rayos solares, producirá
un espesamiento de las membranas para evitar morir quemado.
En el vientre materno, mientras tanto, el embrión continúa perfeccionándose; aparece el mesodermo
cerebral del que derivarán todas las «membranas» de protección: dermis, pleura, peritoneo, pericardio, cuyas
órdenes se encontrarán en el cerebelo ahora en formación; en el epitelio glandular se añadirá ahora el tejido
conectivo.
¿Qué rasgos psíquicos de la segunda etapa evolutiva quedarán registrados en el cerebelo del hombre
moderno? En general, todos los conflictos relativos al temor de vernos agredidos, de sufrir una agresión
contra nuestra integridad física a la altura del tórax (mesotelioma pléurico), de la cavidad abdominal
(mesotelionia peritoneal), del corazón (mesotelioma del pericardio, que en fase de reparación se resolverá en
una pericarditis aguda). Forman parte también de este estadio todos los conflictos relativos a sentirse de
algún modo afectado en su propia integridad moral, «mancillado», «manchado»: ataques que son sufridos en
la piel externa y que darán lugar a melanomas. La piel es la primera parte de nuestro cuerpo que entra en
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contacto con los demás individuos; en ella toman forma todos los conflictos de separación, como bien se ve
por las primeras inflamaciones cutáneas del recién nacido apenas separado del pecho materno.
Tercera etapa de la evolución
Para nuestro pequeño organismo es ya el momento de moverse, explorar el ambiente circundante,
desplazarse en las cuatro direcciones del mundo terrestre. Deberá, por consiguiente, desarrollar un esqueleto,
músculos, tendones, todo cuanto haga posible su movimiento.
Pero si el mundo hacia el cual tiende (la tierra) no es mejor que aquel del cual proviene (el agua), decidirá
volver atrás y 1 deberá, por tanto, perder los órganos que había desarrollado expresamente: deberá hacer una
lisis (reducción celular, necrosis), perder la sustancia, en fin, eliminar esas estructuras que carecen de utilidad
en su ambiente de origen: la criatura acuática ha desarrollado las patas para llegar a la tierra, pero ha tenido
que reducirlas a aletas para volver al mar..
En el vientre materno comienza a aparecer el mesodermo de la médula cerebral y sus células se infiltran
entre las del endodermo y del ectodermo. Éstas formarán las estructuras que nos permitirán mantener
cohesionado el organismo, haciéndolo resistente a las exigencias del exterior; una especie de puente entre
organismos estrechamente necesarios para el mantenimiento de la vida y los órganos de «apertura», en el
sentido más amplio del término, hacia el mundo exterior. Es el momento en que aparece el sistema óseo y
muscular para sostenernos y permitirnos el movimiento más eficaz posible. También el cerebro del pequeño
embrión continúa desarrollándose y, tras el tronco encefálico y el cerebelo, le toca el turno a la médula
cerebral.
Por lo que se refiere al hombre, a esta tercera fase corresponde el desarrollo del sentimiento de su propia
valía, precisamente porque se ve enfrentado al mundo interior; se trata de un problema de valoración
personal, individual, hasta el punto de que si los valores de referencia se ven demasiado comprometidos, el
individuo se sentirá obligado como a caminar pegado a la pared, se sentirá disminuido, no a la altura. Se trata
de los conflictos de «autodesvalorización», de disminución del propio valor intrínseco con todos los matices
correspondientes a las situaciones vividas por la persona: «me han despedido porque ya no soy eficaz en mi
trabajo»; «mi marido convive con otra mujer porque ya no soy capaz de satisfacerle sexualmente»; «estoy en
la menopausia, ya no soy capaz de procrear»; «me ponen en una residencia, ya no cuento nada para mis
hijos»; etcétera. Un caso típico es el de la osteoporosis.
Cuarta y última etapa de la evolución
Es el concretarse ulterior de todas las etapas anteriores, el paso desde el «me desplazo por la superficie
terrestre y hago frente al nuevo ambiente» al «entro en comunicación con otros individuos».
Se refinan los órganos sensoriales para entrar en relación de modo social, con los demás, con todas las
sutilezas psicológicas propias del caso.
En el embrión se perfeccionan los órganos sensoriales y los «conductos de unión» entre los diferentes
órganos: retina, epidermis, laringe, esófago, mucosas de la nariz y de la boca, arterias coronarias, conductos
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biliares, etc. (todos derivados del ectodermo y constituidos por el epitelio de revestimiento), aparte del
sistema nervioso y de los nervios motores.
El cerebro ha llegado ya al último estadio de su desarrollo: aparece la corteza cerebral, la parte más reciente
en la historia del perfeccionamiento de la especie humana.
En el plano psíquico asistimos a una proyección de uno mismo en un contexto cada vez más amplio,
complejo y cambiante. Se vuelve cada vez más difícil ignorar todo cuanto sucede en torno a nosotros y no
tener en cuenta las cambiantes situaciones de la vida de nuestro alrededor.
Si tengo miedo a morir (la famosa «bocanada de aire que me falta» de la que hemos hablado en la primera
etapa), la solución biológica del cerebro puesta en práctica por el tronco encefálico será un aumento de los
alvéolos pulmonares para tomar más aire y sobrevivir, una proliferación celular, un cáncer en los pulmones.
En cambio, si me «quitan la respiración», «me falta el aliento», o sea el conflicto depende de una relación
mía con un complejo mundo exterior, la solución biológica del cerebro sela de ulcerar los bronquios a fin
de que pueda pasar más aire (referencia a la cuarta etapa de la evolución con la intervención de la corteza
cerebral que ordenará una lisis, en forma de úlceras).
Si el conflicto está ligado a tener que ir al mismo tiempo en dos direcciones distintas y no somos capaces
de decidir si escapar de una situación o seguir en ella, la solución biológica del cerebro para eliminar el
conflicto será paralizar las piernas, ordenar un bloqueo funcional. El cerebro optará siempre por la solución
más inmediata y eficaz para resolver biológicamente una situación de estrés de la que el individuo no sabe
cómo salir.
En síntesis, al producirse un acontecimiento conflictivo inesperado, sin solución aparente, vivido en
soledad, la patología se expresa simultáneamente a nivel mental, cerebral y orgánico: es la primera fase,
denominada de simpaticotonía, que se manifiesta así:
- a nivel mental hay un estado de estrés permanente;
- a nivel cerebral se produce el cortocircuito del área determinada por el tipo de emoción sufrida;
- a nivel orgánico se produce la proliferación celular (tumor) para los órganos regidos por el tronco
encefálico y el cerebelo, o bien la lisis (pérdida de sustancia) o también el bloqueo funcional
(parálisis) de los órganos regidos por la médula cerebral y por la corteza cerebral.
La eliminación del conflicto es la clave que permite pasar a la segunda fase llamada vagatonia, la reparación
propiamente dicha, que se manifiesta así:
- a nivel mental se encuentra la quietud;
- a nivel cerebral, los circuitos eléctricos se regeneran;
- a nivel físico se produce la caseificación
(3)
o el enquistamiento del tumor para los órganos regidos
por el tronco encefálico y por el cerebelo, la reconstrucción de las lisis o el bloqueo funcional para los
órganos regidos por la médula cerebral y por la corteza cerebral.
Como veremos en la cuarta ley, los microbios son los artífices necesarios de la recuperación de la salud.
¡¡¡Son nuestros aliados más valiosos y son activos, virulentos, siempre y únicamente en fase de reparación!!!
_____
Nota 3: Proceso de adaptación de las bacterias.

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