La teoría de Silvio Gesell
“El Orden Económico Natural” es la obra principal del empresario y economista
argentino-alemán Silvio Gesell (1862-1930). Escrito en alemán fue traducido al
español por su hijo Ernesto F. Gesell en los años 1936 (tomos uno y dos) y 1945
(tomo tres). Aunque escribió este libro casi nueve decenios atrás, sus ideas para
establecer una economía sin desocupación, usura, explotación y daño ecológico
todavía son muy actuales. Keynes apreció mucho su teoría, hasta el punto de llegar a
decir de él “Creo que los pensamientos de Gesell serán en el futuro más importantes
que los de Marx” y a quién también calificó de “profeta”.
Los tres tomos de su obra contienen:
Tomo uno: El Dinero Tal Cual Es
Tomo dos: El Dinero Cómo Puede y Debe Ser
Tomo tres: Libre Tierra
En el tomo uno “El dinero tal cual es” Gesell hace en detalle una severa crítica del
estado actual del dinero desde su apariencia física, y su valor hasta su negativa
influencia en la economía para demostrar la ineficacia de la moneda tradicional.
Y señala: Una moneda que forzosamente ha de retirarse cuando empieza a faltar, y
fluye al mercado en grandes cantidades, cuando ya de por sí hay exceso de ella, sólo
puede servir al fraude y a la usura, y ha de ser desechada por inútil, aunque tenga
desde el punto de vista puramente corporal, algunas cualidades atrayentes.
Y afirma Gesell: Los partidos políticos, todos sin excepción, carecen de programa
económico; se mantienen sólo a fuerza de frases. Que el capitalismo debe
modificarse, lo reconocen ya los mismos capitalistas.
El dinero como puede y debe ser” donde Gesell expone su teoría de la “Libre
moneda”.
"Procurad a la economía una circulación cerrada, es decir, un perfecto y regular
intercambio de bienes, elevad la mercancía y el trabajo al rango de dinero efectivo, y la
comunidad estará asegurada, el trabajo ordenado racionalmente". Proudhon.
Libre moneda
Gesell expresa en su obra a inicios del siglo XX, que el dinero debe ser un medio de
cambio, y nada más. Está destinado a facilitar el intercambio de mercancías, y allanar
sus dificultades. El trueque era un procedimiento inseguro, difícil y costoso, y por ello
fallaba con frecuencia; el dinero que ha de substituirlo, debe por eso asegurar,
acelerar y abaratar el intercambio de las mercancías.
La función que debe realizar el dinero es el ir al encuentro de las mercancías,
conduciendolas desde el productor hasta el consumidor, por el camino más corto, de
manera que los mercados se vacían, que el número de los comerciantes decrece, que
las utilidades del comercio disminuyen, que no se producen estancamientos, y que los
productores tienen asegurada la venta de toda su producción, entonces, podría decir
"es una moneda excelente" que abarata el intercambio, al hacer pequeña la diferencia
entre el precio percibido por el productor y el precio que paga el consumidor, dado que
la función intermediaria absorbe entre el 30, 40 y quizás hasta el 50% de la utilidad
total. Las crisis estallan con la misma frecuencia y son tan destructoras como en los
tiempos de los tálers y florines.
La moneda ha sido demasiado "mejorada" desde el punto de vista unilateral del
poseedor. Al escoger la materia para la moneda se ha tenido solamente en cuenta al
comprador, a la demanda. La mercancía, la oferta, el vendedor, el productor, han sido
olvidados por completo. Se ha elegido para la fabricación de la moneda la materia
prima más bella que proporciona la tierra, un metal noble, - porque beneficiaba al
poseedor. Y se olvidó con ello que los poseedores de las mercancías, en el momento
de realizarlas, debían pagar aquellos beneficios. Esto ha permitido al comprador
aguardar el momento más oportuno para la compra de las mercaderías, olvidando que
esa libertad obliga al vendedor a esperar pacientemente en el mercado hasta que al
comprador le plazca aparecer. La elección del metal monetario ha convertido a la
demanda en una acción volitiva del poseedor del dinero, entregándola al capricho, al
afán de lucro, a la especulación y al azar, sin considerar que la oferta, por su
estructura orgánica, quede totalmente desamparada frente a esa voluntad. Así surgió
el poder del dinero que, convertido en potencia plutocrática, ejerce una presión
insoportable sobre todos los productores.
El dinero rechaza las mercaderías, en lugar de atraerlas. Se compran mercancías, sí,
pero sólo cuando se tiene hambre o cuando ella reporta ventajas. Como consumidor
cada cual adquiere lo menos posible. Nadie quiere acumular provisiones. Que los
"otros" guarden las mercancías. ¡Los otros! Pero, ¿quiénes son, en la economía, los
otros? Esos somos nosotros mismos, todos los que producimos mercancías. Al
rechazar como compradores los productos de los demás, nos estamos rechazando
recíprocamente todos nuestros productos. Si no prefiriéramos el dinero a los productos
de nuestros conciudadanos, si en lugar de anhelar inalcanzables reservas monetarias
hubiéramos instalado despensas llenándolas de mercancías, no necesitaríamos
ofrecer nuestros productos en costosos negocios, cuyos gastos absorben una gran
parte de aquellos. Tendríamos, entonces, una salida acelerada y barata de
mercancías.
Debemos, pues, empeorar al dinero como mercancía, si hemos de mejorarlo como
medio de cambio, y ya que los poseedores de mercancías tienen siempre apuro en el
cambio, justo es que también los poseedores del medio de cambio sientan el mismo
apremio. La oferta se encuentra bajo presión directa, intrínseca; lógico es que se
coloque la demanda también bajo idéntica presión.
La oferta es un proceso desligado de la voluntad del poseedor de mercancías; que sea
también la demanda un proceso exento de la potestad del poseedor del dinero.
Al eliminar los privilegios de los poseedores de dinero y someter la demanda a la
misma presión a que está sometida la oferta, se solucionarían todas las
contradicciones del sistema monetario tradicional, se lograría que la demanda, actúe
regularmente en el mercado, estando a cubierto de las maniobras de especuladores y
otros y no existiría lo que llamamos “ ambiente bursátil”.
Todas las reservas privadas de dinero desaparecerían en forma automática por la
fuerza circulatoria. La masa total de moneda emitida se hallaría en circulación
constante, uniforme y acelerada. Nadie podría ya "inmiscuirse" en el manejo oficial de
la moneda, lanzando o reteniendo sus reservas privadas. Pero el mismo Estado
tendría la misión de ajustar la demanda estrictamente a la oferta, para lo cual bastará
retirar o emitir alternadamente pequeñas cantidades de dinero.
¿Y qué nos costaría, a nosotros, los productores, a los que creamos el dinero por la
división del trabajo, estos impagables beneficios de la circulación coercitiva de la
moneda? Nada más que renunciar al privilegio de infiltrar en la demanda la
arbitrariedad, y con ella el capricho, la codicia, el temor y la preocupación. Sólo
necesitamos abandonar la ilusión de que se puedan vender los propios productos sin
que otro los compre, comprometernos mutuamente a comprar de inmediato y bajo
todas las circunstancias exactamente tanto como hemos vendido, y para mantener la
reciprocidad de ese compromiso hemos de formar la moneda de tal modo que el
vendedor de la mercancía se vea forzado, por las cualidades de la moneda, a cumplir
las obligaciones relacionadas con su posesión y cederla de nuevo a cambio de
mercancía, personalmente, si él mismo es el consumidor, o por medio de otros,
cuando presta el dinero, cuando no precisa para sí mercancía alguna. Esto último,
naturalmente, bajo todas las circunstancias e incondicionalmente, es decir, sin tomar
en cuenta las condiciones del préstamo.
¿Estamos entonces dispuestos a romper las cadenas de esclavos que arrastramos
como vendedores de nuestras mercancías, mediante la entrega de los privilegios
despóticos que ostentamos como compradores frente a los productos de nuestros
conciudadanos? Si es así, examinemos de cerca la proposición inaudita y
verdaderamente revolucionaria de una demanda compulsiva.
Efectos de la libre moneda sobre el comercio:
1. Circulación monetaria ininterrumpida y de ahí el aumento continúo de los pagos al
contado.
2. Colocación ilimitada de mercaderías.
3. Eliminación de las depresiones económicas.
4. Eliminación de los factores que originaban las bajas de precios y de títulos ("crack").
5. Eliminación de las fluctuaciones en las coyunturas, que hasta ahora solían conducir
a expansiones y contracciones periódicas de los negocios (alza y baja), ligadas a
oscilaciones en los precios de las mercancías y de la moneda.
6. Exclusión de las maniobras bursátiles y la especulación.
7. Simplificación y abaratamiento del comercio en general.
8. Eliminación de la mayoría de los negocios minoristas, y el consiguiente traslado de
los respectivos empleados a la esfera de producción.
9. Reducción de los elevados gastos comerciales actuales.
10. Derogación de los derechos aduaneros proteccionistas, que resultan innecesarios,
o sea la aceptación del librecambio.
11. Eliminación de las causas económicas que conducen a las guerras.
12. Fomento de acuerdos monetarios, beneficiosos para todas las naciones, sobre
comercio internacional.
Sobre el capital, trabajo y salario:
1. La moneda perderá su propiedad de producir intereses y descenderá al nivel de
mercancía y de trabajo.
2. Conversión incesante de todo excedente monetario en medios de producción,
viviendas, etc., sin considerar el rendimiento (plusvalía, rentabilidad)
3. Eliminación inmediata y permanente de la desocupación, desaparición completa del
exceso de obreros.
4. Reducción paulatina del interés de capital (plusvalía), que con la implantación de la
libre moneda en el comercio internacional se encamina a su desaparición total.
5. Aumento paulatino de los salarios hasta la completa desaparición de la plusvalía. En
tanto, empero, la plusvalía resulte de la renta territorial, ella será absorbida por nuestra
gran reforma de la propiedad del suelo (libre tierra).
6. El ahorro será más fácil:
porque el interés pagado hasta entonces al capital queda suprimido;
• porque la producción y el intercambio de los bienes se desarrollarán sin obstáculos,
es decir, ya no serán interrumpidos por depresiones económicas;
• porque los gastos comerciales que absorbía la producción bajarán a un tercio.
En su tercer tomo “Libre tierra” Gesell hace una magistral identificación idealizada de
la relación entre el hombre y el planeta tierra. Que aunque suene “utópico”, habrá que
entender que este planeta es la casa del hombre y si no la cuida acabara con ella
Veamos ahora como Gesell expresa y puntualiza sus conceptos:
"Libre tierra"
1. La competencia entre los hombres sólo puede realizarse sobre una base justiciera y
alcanzar sus elevados propósitos, si todas las prerrogativas del suelo, privadas o del
Estado, “se eliminan”.
2. Frente a la Tierra, al globo terrestre, todos los hombres han de tener los mismos
derechos, y con la palabra "hombres" entendemos a todos los individuos sin
excepción, sin diferencias de raza, de religión, de cultura y de constitución física. Cada
cual ha de poder radicarse donde su voluntad, su corazón, su estado de salud lo lleve.
Y allí ha de tener los mismos derechos que los moradores antiguos con respecto al
suelo. Ningún individuo, ningún estado, ninguna sociedad debe tener el más mínimo
privilegio. Todos nosotros somos moradores antiguos de esta Tierra.
3. El concepto de libre tierra no admite ninguna clase de restricciones. Es ilimitado. Por
tal razón, con respecto al suelo, no existen tampoco derechos internacionales, ni
soberanía, ni derecho de autodeterminación de los estados. La soberanía sobre el
globo terrestre es privativa del hombre, no de los pueblos. En consecuencia ningún
pueblo tiene derecho a fijar fronteras ni a cobrar derechos de aduana. En el mundo
que, en el sentido de la palabra libre tierra, sólo podemos imaginar como esfera, no
existe la importación o exportación de mercancías. Por eso libre tierra significa a la vez
libre comercio, libre comercio universal, la eliminación absoluta de todos los límites
aduaneros. Los límites internacionales han de ser meros límites administrativos, por
ejemplo como los límites entre los diferentes cantones de Suiza.
4. De esta declaración del concepto libre tierra se infiere por otra parte, evidentemente,
que las expresiones "carbón inglés, potasa alemana, petróleo americano", sólo
designan el origen de esos productos. No existe carbón inglés ni potasa alemana.
Pues, toda persona, cualquiera sea el estado a que pertenezca, tiene el mismo
derecho al "carbón inglés", al "petróleo americano", a la "potasa alemana".
5. La entrega del suelo a sus cultivadores se realizará por remate público del
arrendamiento, del que pueden participar todos los hombres, sin excepción, todos los
habitantes de la Tierra.
6. El producto del arriendo ingresa al tesoro nacional, y se distribuye íntegramente, en
cuotas mensuales, entre las madres, de acuerdo con el número de sus hijos. Ninguna
madre, cualquiera sea su origen, puede ser excluida de este subsidio.
7. La división del suelo por arrendar se hará completamente en relación a las
necesidades de sus cultivadores, es decir, lotes reducidos para familias pequeñas, y
campos grandes para familias numerosas. Además, grandes extensiones para
corporaciones, comunidades religiosas, y colonias para políticos sobrevivientes de
tinte comunista, anarquista o socialista.
8. Los pueblos, naciones, razas, comunidades lingüísticas, congregaciones religiosas,
corporaciones económicas, que traten de limitar en lo más mínimo el concepto de libre
tierra, serán proscriptos, excomulgados y declarados reos de muerte.
9. El rescate de la renta privada del suelo actual se realiza por la indemnización total,
por la emisión de la correspondiente suma en certificados de deuda pública
Conclusión:
Silvio Gesell “establece reglas claras para casi eliminar el pernicioso dinero de la faz
de la tierra, Y decimos “que casi lo elimina”, porque lo cambia por otra libremoneda
que aunque propone muchas restricciones para su uso, el hombre con su inagotable
fuente de manipulación, falsificación, creatividad, etc. etc. seguramente el nuevo orden
económico natural de Gesell sería rápidamente prostituido y reemplazado por otra
cosa que no podemos ni imaginar. El mismo Gesell expresa “La libremoneda no
suprimirá el dinero, mil veces maldecido, sino que lo ajustará a las necesidades bien
entendidas de la economía.” Si bien, estamos de acuerdo con su teoría casi en su
totalidad, consideramos que algunos de sus conceptos son muy idealizados, sobre
todo los de “libre tierra”, haciéndolos por lo tanto, impracticables en las condiciones y
circunstancias actuales.
Lo único cierto es que el dinero actual debe ser suprimido en un 100%, de una vez por
todas, para que la humanidad perciba un alivio real tangible y permanente de todos los
innumerables males que el dinero le ha inflingido desde su creación. Pero paciencia,
pues más adelante en éste libro demostraremos que la teoría, de la Unión Mundial,
establece un sistema plausible que elimina el razonamiento abstracto del dinero y
convierte su sustitución en un razonamiento muy concreto.
La teoría de Silvio Gesell.docx
browser_emoji Estamos procesando este archivo...
browser_emoji Lamentablemente la previsualización de este archivo no está disponible. De todas maneras puedes descargarlo y ver si te es útil.
Descargar
. . . . .