En esta imagen
correspondiente al 3º
hueso del tarso, se
aprecia la disposición
del tejido óseo
compacto, que forma
como una costra
alrededor del hueso
esponjoso.
Revistiendo a los huesos encontramos una membrana de tejido conjuntivo muy resistente
denominada periostio. El periostio no reviste al hueso en las zonas en las que hay cartílago
o en las que están destinadas a la inserción de estructuras blandas (ligamentos y tendones).
Está compuesto por una membrana externa fibrosa (protectora) y una interna osteogénica
(productora de tejido óseo) que se encuentra muy desarrollada durante la etapa fetal y la
juventud y se atrofia en el animal adulto. Si ocurriera una fractura, el periostio se reactiva
engrosándose y poniendo en funcionamiento su capacidad osteogénica. Es muy rica en
osteoblastos (células precursoras de tejido óseo).
La cavidad medular también está revestida por una membrana de tejido conjuntivo (más
delgada que el periostio) denominada endostio. Esta membrana posee tres tipos de células
(osteoprogenitoras, osteoblastos y osteoclastos).
La médula ósea ocupa los intersticios del tejido esponjoso y la cavidad medular en los huesos
largos. Estén tres variedades de médula ósea: roja, amarilla y gelatinosa.
La médula ósea roja es propia de los fetos y de los animales jóvenes. Es muy vascularizada,
situación que le da esa característica coloración. En los animales jóvenes cumple un papel
hemopoyético y además persiste en condiciones normales durante toda la vida en las
estérnebras (segmentos que en conjunto forman el esternón)
La médula ósea amarilla resulta de la invasión de la médula roja a partir de tejido adiposo.
Implica regresión de la médula roja por infiltración grasa.
La médula ósea gelatinosa surge como consecuencia de procesos degenerativos en animales
envejecidos, en los cuales la médula ósea adopta un aspecto gelatinoso, de allí su nombre.
La irrigación y la inervación del hueso dependen en gran medida de vasos y nervios que
provienen del periostio, aunque es de destacar que en los huesos existen arterias nutricias que
penetran al mismo a través de forámenes nutricios. Las venas, son en general más
voluminosas y abandonan al hueso a través de orificios especiales.