Capítulo 3:
Dentro del interior del yo existe una diferenciación que se denomina ideal del yo o superyó. Esta pieza del yo
mantiene un vinculo menos firme con la conciencia.
En la melancolía cuando se pierde un objeto se vuelve a erigir en el yo, la investidura libidinal de objeto va a ser
relevada por identificación. Este proceso es muy frecuente, y tiene un papel considerable en la constitución del
carácter del yo. El carácter del yo parece ser la sedimentación de las elecciones de objetos resignadas.
Las primeras identificaciones a los progenitores tienen un lugar especial dentro del psiquismo, son universales y
duraderas. Esto reconduce a la génesis del ideal del yo, ya que tras este se esconde la identificación primera de
individuo: la identificación con el padre de la prehistoria personal. Esta es una identificación directa e inmediata,
mas temprana que cualquier investidura de objeto. Las elecciones de objeto que corresponden a los primeros
periodos sexuales y atañen a padre y madre tienen su desenlace en una identificación de esa clase, reforzando la
identificación primaria.
En el caso el niño, en época temprana desarrolla una investidura de objeto hacia la madre; y del padre se apodera
por identificación. Ambos vínculos marchas un tiempo uno junto al otro, hasta que por el refuerzo de deseos
sexuales hacia la madre, y por la percepción de que el padre es un obstáculo, nace el complejo de Edipo. La
identificación-padre cobra una tonalidad hostil, y a partir de ahí es una relación ambigua. La actitud ambivalente
hacia el padre, y la aspiración de objeto tierna hacia la madre, caracterizan para el varón el contenido del complejo
de Edipo positivo, simple.
Con la demolición del complejo, tiene que ser resignada la investidura de objeto de la madre. Puede tener diversos
reemplazos. Una identificación con la madre, o un refuerzo de la identificación-padre, siendo este ultimo el
desenlace mas normal.
La salida y desenlace de la situación del Edipo en identificación padre o identificación madre depende en ambos
sexos de a intensidad relativa de las dos disposiciones sexuales. Este es uno delos modos en que la bisexualidad
interviene en los destinos del complejo de Edipo. Una indagación mas a fondo pone al descubierto, la mayoría de las
veces, el complejo de Edipo mas completo, que es uno duplicado, positivo y negativo.
Como el resultado mas universal de la fase sexual gobernada por el complejo de Edipo, se puede suponer una
sedimentación en el yo, que consiste en el establecimiento de estas dos identificaciones (identificación padre e
identificación madre) unificadas de alguna manera. Esta alteración del yo recibe su posición especial: se enfrenta al
otro contenido del yo como ideal del yo o superyó.
El superyó no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del ello, sino que tiene también la
significatividad de una enérgica formación reactiva frente a ellas. Cuanto mas intenso fue el complejo de Edipo y mas
rápido se produjo su represión, tanto mas riguroso devendrá después el imperio del superyó como conciencia moral.
El ideal del yo es la herencia del complejo de Edipo, y por tanto expresión de las mas potentes mociones y destinos
libidinales del ello. Mediante su institución, el yo logra dominar el complejo de Edipo y someter al ello. El yo deviene
representante del mundo exterior, y el superyó abogado del ello.
Los conflictos que tenía el yo con las investiduras de objeto del ello se continúan con su heredero, el superyó. Si el yo
no logró dominar las investiduras libidinales del complejo de Edipo que provenían del ello, entonces esto lo logra
mediante la constitución del ideal del yo como formación reactiva a los procesos que estaban en el ello.