Atención Primaria de Salud
A. Martín Zurro y J.F. Cano Pérez
Los sistemas sanitarios y la práctica de la medicina han tenido tradicionalmente
casi como único objetivo, aún lo tienen hoy, la enfermedad y han dirigido sus
esfuerzos hacia el perfeccionamiento de los medios diagnósticos y terapéuticos
precisos para el abordaje de las patologías establecidas, prestando poca o nula
atención a su prevención y a la conservación y promoción de la salud.
Desde hace años, esta situación ha comenzado a revisarse amplia y
profundamente. Los sistemas sanitarios han comenzado a girar la brújula de
sus objetivos fundamentales desde el norte de la enfermedad al de la salud.
Todos, profesionales sanitarios, planificadores, políticos y ciudadanos somos
conscientes de que la función primordial de un sistema sanitario no radica en
exclusiva en garantizar el derecho del enfermo a ser correctamente
diagnosticado y tratado, sino también en procurar que no enferme, que se
mantenga sano; en definitiva, asegurar su derecho a la salud, asimilando en
cierta medida la enfermedad como un fracaso en el logro de este objetivo.
Estas consideraciones no son nuevas, muchos las han expuesto y analizado
con anterioridad. A partir de los primeros años de la década de los setenta y,
sobre todo, a raíz de la conferencia de la OMS de Alma-Ata (1978), el conjunto
del entramado profesional, social y político de gran parte de las naciones ha ido
asumiendo la necesidad de reorientar los sistemas sanitarios.
La salud es un derecho fundamental de la persona que para su consecución
necesita la colaboración y coordinación de distintos sectores técnicos y
sociales. Entre ellos, el sistema de salud tiene un papel relevante pero ha de
contar siempre con las aportaciones de otros como, por ejemplo, educación,
vivienda, comunicación y agricultura.
Al igual que en otros campos, en el de la salud también se hace cada vez más
evidente la necesidad de una cooperación internacional efectiva para el
abordaje de una parte significativa de los problemas y para la desaparición
progresiva de las grandes desigualdades existentes en este ámbito entre
distintos países.
Para continuar progresando en la consecución de un nivel de salud cada vez
mejor no basta con reorientar el sistema sanitario y propiciar la colaboración
intersectorial e internacional. Es preciso que los gobiernos eleven la prioridad
del gasto en salud, lo que, en un contexto de recursos limitados y, en
ocasiones, escasos, significa disminuir los que se dedican a otros campos
socialmente menos justificables.
Consideraciones sobre la Evolución de los Sistemas
Sanitarios y sus Profesionales
El desarrollo tecnológico creciente, la subespecialización y el
hospitalocentrismo son tres de los elementos fundamentales que definen a la
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